jueves, 11 de septiembre de 2008

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.....sostenido por descuido un par de campañas que contravienen su propia estrategia de descristianizar las costumbres.

Una fue aquel arrebato de que había que identificar todos los cuerpos de los militares que murieron en el accidente del Yak.

La otra, el actual furor de buscar los cuerpos de los muertos en la Guerra Civil y en otras anteriores.

En ambos casos se pone de manifiesto que la virtud de la piedad nos mueve a enterrar a nuestros mayores bajo una cruz con su nombre. Así manifestamos nuestra esperanza de resurreccción, honramos sus restos y erigimos un monumento que nos recuerda nuestro deber de rezar por sus almas.


Hay comentarios que son más que un post.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Ignacio:

Para mí, en mi superstición, hay algo horrendo en remover la tierra, en sacar los huesos, en ordenarlos, en identificarlos, en darlos a la familia, en desecharlos si no son los buscados, como si creyera que el alma del difunto, de algún modo, sigue ahí, en la médula seca, y al sacarlos de la cuneta se molesta su descanso. Pura superstición, ya ves.

El colmo de mi horror atávico es algún caso que he leído en el periódico, en que después de todo este proceso se cogen los huesos y se les incinera. Con todo respeto para las familias que deciden eso, nuevamente mi superstición me pone nervioso, como si encima de molestar al alma del difunto, luego se la prendiera fuego.

Pura ignorancia, como ves.

Ignacio dijo...

Si; lo mismo que dice se comentarista de terzio.

Interruptor dijo...

Lo peor de algunos gobiernos no es que se empeñen en desenterrar o enterrar muertos, es que quieren matar a los vivos con interrupciones voluntarias y suicidios asistidos.

El empeño de algunos por llenar los cementerios es asombroso.


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