sábado, 10 de noviembre de 2007

El otoño en Nueva Inglaterra.

Para entender la tierra, para entenderse a sí mismo Darwin elaboró un constructo lógico:  Demuestra que no era falaz que fué victima de chistes fáciles. A partir de ahí por imitación aparece el oprobio.

En un cuento de Borges, una princesa japonesa suspira: de la cadencia y la tristeza consigue que todos se enamoren de ella. Se pone de moda el suspirar, y los pobres hombres acababan muriendo locos de espanto al ver esos suspiros imitados: debía ser horribles, como esas cuarentonas que se visten de quinceañeras.

A partir de Darwin, y a partir de la validación del método científico para analizar la realidad, una serie de elementos hacen su adecuada trasposición: si nada tengo que aportar a la humanidad, no tengo más que extrapolar a donde me parezca el metodo científico, y la evolución como paradigma, así me doy pisto y trasciendo de mi mismo.

Y muchos pican, picaron, picarán.

El metodo cientifico, en su mayor versatilidad sirve para analizar lo que pasó, y tan sólo sirve como predecible para fenómenos concretos y muy definidos y mensurables. Ni siquiera en el tema de las supercuerdas se puede hacer demasiado con fiabilidad: ni siquiera la física de los procesos irreversibles carece de incoherencias.

En todos los análisis derivados del llamado materialismo histórico; y de la teoria de los opuestos (si no es una cosa es la contraria) hay un elemento que jamás es considerado: la condición humana.

Digo: para estudiar la humanidad se obvia la condición humana. Será muy científico, pero eso no va a ninguna parte. (bueno si, a cátedras banales, escaños en el parlamento y articulos de opinión en periódicos) Para saber la condición humana hay que considerar la antropología, no como se viene estudiando en un constructo de relaciones y tensiones sociales que generan una sociedad: es muy fácil coger a una tribu primitiva y darle un significado a lo que es su vida, que nada tiene que ver con su vida. Pero eso ha funcionado.

O así lo parece. Hasta Margaret Mead empezó a cuestionarse a sí misma, como relata su hija; sin embargo el cerebro de esa familia (que era el marido)  si dió una de las claves más claras para la comprensión del enfermo mental. En sus estudios de la esquizofrenia, Bateson establece la clave que andaba buscando: la enfermedad no es un caso aislado, es siempre un eslabon de una cadena; saber trazar la cadena nos permitirá quizá no arreglar el eslabon pero sí establecer mecanismos para su prevención.

Es decir, Bateson al final de su vida concluyó que la familia era el gérmen de la estructura social en su esencia más intima; y que la superestructura de conocimiento acumulado es la religión católica, lo insinua él, lo manifiesto yo.

Todas las consideraciones "científicas" referidas al ser humano son por su naturaleza, falibles, evanescentes  y nunca desde luego terminadas: en constante cambio el hombre; cualquier aproximación siempre es susceptible de ser renovada. Renovada, que no revisada: lo de "revisar" conceptos, teorías y momentos no es más que una falacia intelectual de mal gusto y letales resultados.

Cabría meter algunos aspectos de la medicina aquí. Cabría sacar algunos aspectos de la medicina aquí.

Pero lo que sí consigue el "método científico" es dar las claves y taxonomías apropiadas para que cualquiera se pueda hacer un constructo de la realidad. Cualquiera, con cuatro conceptos, y algo de picardia (con lo listo que es mi chico) se elabora un constructo de la realidad: a los dieciseis años, hasta los veinte, es la época idónea. Y hay quien de ahí ya no sale jamás: les funciona la inmadurez, y llegan a ser ancianos sin haber sido jamás adultos.

El método científico deriva entonces en un cientifismo que no es sino una fe religiosa fundamentada en la presunción de infalibilidad; una metodología de análisis que cierra en sí misma la capacidad de comprensión de la realidad. De ese modo, lo que no podemos entender es que está equivocado. nosotros, nunca.

Porque YO soy la medida de todas las cosas: sobre todo de la inteligencia. No se comprende la inteligencia ajena excepto cuando es comprensible: es decir, cuando es similar a la mía, o próxima. Si hay una diferencia de inteligencia enorme, entonces se habla de cualquier cosa que denigre al otro, pero no se intenta acceder a la comprensión. Vuelvo al ejemplo paradigmático: a Kennedy Toole, y a Poe, su sociedad los denigraba, les hacía el vacío, los denostaba y los aislaron por todas partes. Reconocer un genio en otro, hay que ser muy sabio para gozar de esa humildad, y no somos los humanos dados a ello. Y mucho menos con los vivos.

Considero a alguien inteligente en la medida en que yo me veo reflejado en su brillantez: la medida de la inteligencia soy yo. De ahí el que yo decida quien es "bueno" y quien "malo"  o donde está la inteligencia, o la cultura.

Porque con la absurda democracia (por todas partes todo  es democrático)  si te hablan de tú cualquiera y te rebate, da igual que no haya hecho ni la egb, ESE jamás pensará que tu has pensado en eso un millón de veces más que él y con más criterios y circunloquios: no; el se considera igual. Y es mentira: todos los hombres no somos iguales.

Nadie reclama esa igualdad para el esfuerzo, el estudio, la comprensión y la humildad: sólo para imponer su criterio.

Con estos materiales, entonces se elabora una estructura de la realidad "científica": quien no la comprende es que no es de "los inteligentes" y los que desarrollan esas murgas hasta sus ultimas consecuencias son los "intelectuales" y nunca se reconoce a nadie que no sea de la estructura previamente definida.

Acaba siendo un sistema de adhesión  cuasi obligatoria: si no por ley, por imposición social; en la cual, te quedas fuera a poco que discutas las bases del sistema, siempre que no estés en el lenguaje adecuado para estar en el asunto, o simplemente, te parezca aburrido.

Es un sistema que se autogenera a sí mismo, no por retroalimentción sino por adhesión a nuevos elementos debidamente procesados por otros elementos de la propia sistematización de tal estructura social. Es decir: es la solución a los males que el propio sistema genera, para poder solucionar los males,que vuelven a generar otros males, para poder solucionarlos, y en ese bucle infinito se refriega hasta acabar con el lodazal: y ni aun asi, se sale de ello.

Eso es una condición de la persona: conocereis a muchos asi, si no sois de esos. Y es una condición social. La progrez se ha instalado como paradigma: nadie se cuestiona la sociedad actual que es en sí misma una falacia, mal construida y peor dirigida; todo se revela como argumentable en sí mismo, y si no se apela a  la sacrosantidad de la constitución, que ya parece un libro revelado, para que el sistema se perpetue a sí mismo.

Porque el problema no es que zp sea nefasto; ni lo es que Rajoy no sea mejor; el problema es que lo que sea ha de ser del propio sistema, si no no tiene ni siquiera opción a ser planteado: de ahí el aislamento social, el ninguneo el desprecio y la refracción a todo elemento que cuestione este sistema ruin, cobarde, y malhadado. Como con el nudo gordiano, hasta que no haya algo que haga reaccionar a la gente, nadie se planteará que las bases están mal definidas. Y no valen las bombas de las bandas de asesinos: esas son asimiladas por el sistema, eso ya es parte del sistema; será cuando algun elemento que no sea políticamente correcto haga algo no políticamente correcto, como por ejemplo hablar claro, o decir que si la derecha actuara como eta habría otros criterios de análisis y respeto a la gente.

Pero claro: el sistema jamás podrá admitir eso. Simplemente estudiando a los nazis se ve como evoluciona este sistema ¿o es que os creíais que lo habíais inventado?

A pesar de tanta maldad, a pesar de tanta estupidez, cae la hoja. El invierno anticipa su rigor y una chica en una ventana; cae la hoja, entrará el invierno, y nada sucederá que no haya sucedido ya; a algunos el tiempo nos hizo víctimas pero conseguimos ser aliados; cae la hoja y entra el frío; el tiempo se hizo aliado y en el vemos los relatos: como una oración.

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