miércoles, 15 de enero de 2014

La cabaña del tío Rajoy

Como cualquier garrulo, se ha ido a rodar un videoclip a Nueva York: haciéndose el humilde, aparentando secundario, quiere parecer el protagonista, pero evidentemente es el segundón: El negro alegre y zumbón, cantando alegre, y bailón, le ha dictado la orden de la plutocracia: “lo importante es bajar el nivel de paro” y ale, a vender todos collares.

El paro sólo importa a los contables siniestros de la plutocracia; los Españoles somos un pueblo de trabajo y alegría; si no queda más remedio se trabaja a sueldo pero cada uno tiene su vida y en su vida un afán: destruyendo toda la capacidad personal de los españoles han destruido una forma de vida que da de resultado una economía en la que se come con aceite, pan, jabugo y sal, y la gente muere, y la vida sigue; ahora todo tiene algo que lo hace esencialmente horrible: cualquier faceta de España es denostada con argumentos ridículos y siniestros refrendados por la ONU: lo anticipé en “Una realidad fractal” y el tiempo me da la razón: en la cabaña, el negro zumbón le ha dejado claro a Rajoy como quiere los esclavos y además en que estado de decrepitud: y esto lo consideran un éxito, éste zangolotino bisojo que anda acabando de entregar España a sus enemigos, entregando a las personas a la esclavitud: le han prometido un buen puesto en la celda y colabora como un mierda, como un liberal, como la hez.

Todo lo que es Español ha sido desterrado de la vida como algo malo, se eleva a los altares de la estupidez toda imposición de la propaganda: ahora entra la moda de pegar indiscriminadamente a la gente: esto, promovido y alentado por poder plutocrático y fomentado por la prensa tradicional tiene un fin, muy claro: que todo el mundo hasta por la calle ande con miedo al sr. con el que se cruza, al aspecto de alguien, al desconocido: y el conocido, pronto dejará de serlo por miedo, que lo han instalado en la gente.

La violencia está servida.

Miedo, amargura, tristeza, insatisfacción, culpabilidad, ansiedad y desasosiego hay en todas las personas: han impuesto el modo yanki de perder la vida y no de vivirla, de manera que pronto oiremos rugir a los liberales su derecho a llevar armas, que como te descuides se acogen a la quinta enmienda, y creen que son modernos: si. Modernos, la esclavitud moderna es eso, y los replicantes deploramos el estado de la Tyrrell corporation: debe ser destruida en raíz, debe haber ya millones de Sarah Connor dispuestas a la lucha.

Imponen todo y la gente es sumisa por acomodaticia, y les cuesta darse cuenta de que han caído en la trampa de la esclavitud: la presunta libertad sexual trajo la máxima denigración de la mujer en la historia; la apariencia es perversa: consideran que el traje y la corbata es ir bien vestido y desprecian al campesino y sus ropas; la historia de la música empieza con los bitels y por supuesto el flamenco es una cosa folklórica, para turistas; los toros hay que prohibirlos; no hay que comer carne para cuidar los animales; y se creen todas, jaleando tales memeces, que son hadas puras, en vez de asumir su condición de espelunca carnal; y de ese modo la condición de persona se ha perdido en beneficio de una esclavitud de campo de concentración a precio tasado y vida medida, hasta en las palabras: prohibido decir joder, maricón, puta: todo lleno de eufemismos, a la cursilería se le llama corrección política: los negros no lo son; de manera que nada es nada porque todo se difumina en una dimensión cursi de la realidad que genera la esquizofrenia como base de sustentación de la vida: se habla en inglés de manera que los sistemas de control social inglés por la sanidad y la psiquiatría sirvan para cualquiera: no sirven ni para ellos, pero desechan la condición única de la persona y así, seguís siendo esclavos.

España es invadida. En Francia la gente ya está rugiendo, en Burgos el pueblo está harto de tomaduras de pelo para forrar amiguetes, en Holanda miran con resquemor las pretensiones islamistas mientras los burócratas de Bruselas son agasajados por Jerjes.

El negro zumbón desde su despacho oval es el perfecto esclavo que cae bien al amo y a él le sirve con excelsa corrección: el deslabazado zangolotino que se da tanto bombo obedece al capataz del amo demostrando su servilismo: la moneda de cambio somos nosotros, y mi vida no está en almoneda: yo juré dar mi vida por España, así que, a ver por donde empezamos.

Pero ya.

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