miércoles, 17 de abril de 2013

San Luis

 

Si quitas una piedra de un muro se debilita; si quitas muchas, por grande que sea el muro acabas dejándolo a punto de caer: no lo tiras, pero cuando se cae, si encima acaudillas los lamentos e improperios por la pérdida del muro, buena persona no eres.

Había dos franciscanos: habló de la piedra que debilita el muro; pero si hubiera hablado del sermón de las siete palabras el resultado habría sido el mismo: los franciscanos oyeron lo que querían oír, y denunciaron a Carranza por herejía.

Daba igual lo que hubiera dicho: era el Primado de España recién nombrado, y esto no podía quedar impune: andaba la corte en problemas, y el diablo hizo el resto. Había sido uno de los teólogos imperiales en Trento, era pieza clave de la línea intelectual que hermanaba Cisneros, Francisco de Vitoria, Fray Bartolomé de Las Casas y toda la escuela de pensamiento que floreció en España.

El duque de Alba había perdido un negocio floreciente de nuevas tecnologías cuando impuso Carranza en el sínodo de Londres la ley: España no tuvo esclavos, y el Duque de Alba no implantó esas nuevas tecnologías tan florecientes; el Inquisidor General Valdés necesitaba imperiosamente hacer algún numerito para poder seguir en el candelero de la vida social: había sido pillado robando el oro necesario para la batalla de San Quintín y no había colado la excusa de culpar a los mercaderes (Ahora se dice los mercados) y andaba necesitado de su posición, privilegio, y marcar el terreno: prohibió los libros herejes a la vez que decidía que era y no era herejía, mandó unos autos de fe en los cuales fueron quemados unos cientos de personas, y aquí paz y allá Gloria Gaynor: aliado con el Duque de Alba tramaron la perdición de Carranza: sólo estuvo diecisiete años preso de la inquisición. Aun así, sólo consiguieron montar unas piras de herejes que fueron quemados, algo de espectáculo y nada más, no consiguieron que España tuviera esclavos.

España era el mundo; si había confusión era porque la había en todo el mundo, y no era casual. En puridad, nada teológico se había tratado en Trento: porque nada de teología hay en Lutero ni en ninguno de sus seguidores: las formas de la religión que acomodaron a intereses nada tienen que ver con la teología, del mismo modo que nada tiene que ver con la teología la elección del Papa ni las memeces que hace ahora la iglesia católica, que cada día apunta un motivo más para no arrepentirse en absoluto de no estar ahí.

Toda la esencia de actuación de los seguidores de Lutero se sustancia en el puritanismo social como actitud de control, y nada más, una religiosidad de apariencias y control, y la veneración al dinero: a más rico seas, más cerca estás del cielo, más santificado y más ejemplar es tu vida: y nada más, no hay otra.

El balanceo del Duque de Alba presionando para “modernizar” la “Marca España” mediante el tráfico de esclavos necesitaba el apoyo de España: los españoles nunca hemos sido mala gente, por eso gran parte de la fortuna de la casa de Alba está en países herejes; España no tuvo esclavos ni fuimos despiadados allá donde implantamos la civilización.

La fama y asentamiento de Lutero no son debídas a razones de índole teológico, sino a que permitían el asentamiento social de cualquier cosa, siempre que guardara unas apariencias “en sociedad” y unas normas rígidas de actuación: para que pudiera funcionar esto era necesario el nacimiento del estado, una estructura sustentada en la trama nacional, de control de la población y de control social: conforme avanza el estado en su desarrollo, avanza el control de la población, el ninguneo de la persona en beneficio del individuo como pieza del estado, y jamás como persona.

El genocidio sajón en Norteamérica, el genocidio de los países bajos con la esclavitud, la necesidad fiduciaria inducida por el vigor de la revolución industrial dan génesis al nacimiento de USA en la forma perversa que ahora conocemos, y a la Revolución Francesa, que no es sino la proclamación del estado como dios supremo, la negación del individuo y la magnificación del capitalismo como supremo hacedor de los pueblos: muerte a las personas, viva el individuo, negando así toda capacidad de la persona de desarrollarse por sí misma respecto a sí misma: sólo eres en la medida en que eres social y a ella sirves, no en la medida en que eres persona y desde tu propia individualidad sagrada te desarrollas en sociedad: todo ha de ser planificado, encauzado, dirigido y orientado “por el bien común” y si no quieres, te obligamos por tu bien: Napoleón difunde por toda Europa esta concepción del individuo, que no otra cosa es: la revolución francesa demuestra no ser nada respecto al antiguo régimen, simplemente necesitan la sumisión del poder al estado, no importa cambiar reyes por emperadores, siempre que la razón máxima sea la razón del estado. La farsa de la revolución francesa sólo es el aullido de la bestia reclamando para el estado todo el poder de, por, para y sobre las personas.

Post hoc ergo propter hoc, en España no había estado: la configuración foral nacional había permitido organizar con eficacia el mundo, sin genocidios, sin mayores problemas que los propios de la condición humana. La configuración del catolicismo nacional español, tan ajeno al meapilismo actual, había generado una estructura mundial que funcionaba mediante un esquema foral que había demostrado su eficacia desde que se arrojó de aquí a los sarracenos por su excesiva codicia; España es una nación, no hay ninguna necesidad de estado, y se funcionaba bien. Los intentos de imposición liberal de un estado y una constitución para imponer una esclavitud sumisa de los españoles al estado y nada más, niega la condición humana, y no fueron jamás aceptados por los españoles.

El dinero, pérfido y avieso, en todas sus formas y maneras alentó la leyenda negra, financió a lacayos y traidores, de manera tal que toda la animalada de guerras del siglo XX sin la reforma protestante no hubieran existido, directamente. Y sin la financiación de Rockefeller, Lenin no se hubiera pasado cinco años viviendo a todo lujo por toda Europa, ni hubiera podido financiar la animalada soviética.

Tras la guerra civil, Falange hizo una estructura de funcionamiento nacional que es en sí misma un primor, indiscutiblemente; el Opus se encargó de hacer los cantos de sirena y “modernizar” a estructuras estatales lo que eran estructuras forales, siendo su culmen la “Constitución” tan ajena a España como la realidad nos está demostrando; la “forma democrática” del estado, siendo éste el momento en el cual las personas están más desamparadas, desprotegidas y aisladas, siendo el poder en todos sus niveles distante e inaccesible para un ciudadano normal: tan sólo la cleptocracia organizada tiene acceso, dándose niveles de acceso según se inserten en la trama. Las personas no existen, y sólo vales en la medida en que cotices a hacienda y te calles: obedece, punto.

La estructura del estado es en su misma esencia quien pervierte, y degrada a las personas, degenera toda situación y destroza todo aquello a lo que toca: véase España.

Los anarquistas estamos contra el estado; con errores en la historia del anarquismo, pero la esencia es la destrucción del estado; el tiempo nos va dando la razón.

La estructura del estado se impone, siempre; ahora inventan el psicologismo para, por propaganda, hacer transigir con piedras de molino a la gente: les quitan el trabajo de sus vidas, sea en forma de ahorros en dinero, sea en forma de inversión en propiedades: es ”la crisis” la justificación actual del desmán que estamos padeciendo: el estado roba a la gente, y tan sólo se ven mecanismos para garantizarse la impunidad, y lo que sé, aberra: la gente ha de vivir para la supervivencia del estado, ejemplarizado en la banca; no ha de ser el estado el que cuide de las personas: esto es una aberración, una degradación, la negación de la persona, mediante tramas y artificios que someten a las mentes más débiles.

En mi pueblo, la fiesta local en honor a San Luis tiene un componente agrícola esencial, de feria de ganado al ser un pueblo de cruce de caminos y cañadas; la casualidad y el sol implacable dieron de génesis La Tomatina, una derivación más del carácter español y el trabajo. La configuración moderna del estado y la impudicia del sistema “democrático” ha hecho que el actual consistorio haya puesto en venta las fiestas del pueblo: todo el pueblo, estructura y personas, hemos de ser los lacayos de alguna empresa ficticia que va a hacer dinero con la vida de personas, y nuestro pueblo; de personas: los que hubo, los que vendrán: se esclaviza a todo un pueblo para poder justificar ante sí mismos su incompetencia. Mientras la fiesta la organizaban clavarios, fué fiesta y fué del pueblo; cuando pasa al concejo, no es sino un constructo de propaganda, y por su propia lógica evolutiva un entramado financiero para favorecer a haraganes de uno u otro partido del sistema, y de paso, “algo caerá” por ahí. No me cabe ninguna duda.

La gente ha puesto el grito en el cielo, por las formas, y porque al parecer uno de los beneficiados en esta lotería de Babel es de un partido de “extrema derecha” lo cual ha querido resolver el actual concejo mediante el alejamiento de este individuo: pero no modifican la estructura de vender al pueblo, su fiesta y sus habitantes al capital. Vergonzoso, indigno, impúdico, avieso y degradante. ¿Si hubiera sido de izquierda sí que vale? Falacia lógica.

Esto sale en la Biblia, buscad “Vender la progenitura por un plato de lentejas

Y así se entiende mejor que ahora quieran que todo el sistema de domesticación que llaman enseñanza se configure en sajón, que la gente lleva ya implantadas como tradiciones modas ridículas “la graduación” o “halloween” y alardeen de saber inglés: son analfabetos ridículos en varios idiomas.

La religión no es una cuestión de fe, eso es cosa de las personas; no es cosa de estructuras, eso es cosa de las jerarquías: la religión ha configurado el mundo, España es la clave, la leyenda negra es la necesidad de la destrucción de todo aquello que impida que las personas puedan ser por sí mismas en su propia medida, para sí y para los demás, para configurar una trama estatal en la cual los individuos, intercambiables, sólo son piezas del estado que nada importan a nadie, a ser posible ni a si mismos.

Piedra a piedra, quieren destrozar el muro para poder luego lamentarse como plañideras.

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