domingo, 14 de abril de 2013

Bulería

 

Del trabajo nace la fiesta. Del trabajo del campo y la necesidad ganadera nacen los toros; en su evolución y avatar se crea todo un constructo que acaba siendo un sistema económico, y más de una época y más de un torero han acabado arruinados siendo los artífices de grandes fortunas; del trabajo del campo, del sudor y las horas nace el cante, que hunde sus bases en la tierra que arraiga y organiza, nos forma y constituye; de los toros como expresión social laica de las fiestas en honor al patrón, la fiesta de San Fermín; de la fascinación de Hemingway su proyección y fama: ya la gente olvida las corridas siendo el alrededor la “fiesta” pero para que haya alrededor debe haber fiesta.

Progrecesando, se niega todo el vigor del pasado, el trabajo de los hombres y el tiempo, el esfuerzo y el sudor para así inventar una realidad que encaje en nuestras ensoñaciones pueriles; si la realidad no se corresponde es que la realidad está equivocada: de tal modo, gracias a un locutor de tv que quiso llenar un telediario con el tomate, para negar la condición religiosa de la fiesta se focalizó todo en La Tomatina, y sólo en ello: se cubren los afanes de protagonismo de los fantasmones de turno saliendo en tv, y la gente de Buñol va dejando de lado ésa parte de la fiesta, porque la animalización no es el carácter de catarsis y limpieza que llegó a tener; tan sólo es animalidad, bruticia, estupidez; dice Paco, y dice bien, que un pueblo no puede vivir de una hora, un día: lo único que han sabido y querido utilizar es eso, tan buena tapadera para otros desmanes, tan evanescente y falaz como caricatura de lo que pudo haber sido, pues era una performance de todo un pueblo hacia sí mismo: pero como había que cogerse a algo, en su absoluta carencia de creatividad tan sólo se apropiaron de lo ya hecho “poniéndolo en valor” y “re-pensando” y sobre todo maldiciendo y pregonando, siguiendo toda consigna y toda absurda moda, ahogando cualquier opinión en una inundación de maledicencia y desdoro. Funcionaba, mientras no existió internet; parecía que funcionaba: cuando creyeron tener domeñados a los medios locales de internet y controlada a la población en facebook, la animalada del túnel ya puso en evidencia que frente a la verdad, la propaganda sólo ensucia y enfrenta; a este tipo de gente la verdad le duele.

Y tanto hablar, más valía haber callado: deciden poner precio a la asistencia a la tomatina; en castellano eso siempre ha sido “poner puertas al campo” entregando la gestión a una empresa de la cual nadie en Buñol sabe nada; que hacen una página web ¡uy que modernos! Más bien patética, y seleccionan al típico amigo del presidente de falla de Valencia que anima la proclamación fallera con chistes procaces y acento de l’horta, ese acento tan distinto al de Buñol, que somos de habla castellana rotunda, cerrada, sin alargamientos vocálicos innecesarios ni palabras acabadas en holganza, y sin la necesidad de procacidad para poder tener humor: un pueblo que ha podido alardear de tener los mejores músicos del mundo, las mejores bandas de España, seguro, y del mundo casi con certeza; pues eligen a este pobre hombre del que Carlos me dice que “es el típico que en las bodas canta a la segunda copa, y al rato la mujer le dice anda siéntate que me estás poniendo en ridículo” para que haga el himno a La Tomatina. Con dos cojones.

Han promocionado al menos a uno de los dos conjuntos músico-vocales de Buñol, uno de ellos, en lógica, hace una canción de La Tomatina que es la que la gente quiere que sea el himno, espantados de vergüenza ante el horror de éste pobre hombre con esa ridiculez; pues nada, eligen como canción la del entonado de la boda, consiguiendo more geométrica que la gente ante tal espanto reaccione y se pregunte; apoyen clara y rotundamente al conjunto local, y empiecen a averiguar todo sobre el cobrar en la tomatina, el contratar a una empresa, el mercantilizar las fiestas, y el usar las fiestas del pueblo como herramienta de financiación dudosa o más que dudosa de un ente del cual alguien ha averiguado que tiene no se qué vinculación con una organización odiada por los comunistas: en sabiéndose, el tripartito de Buñol mira para otro lado, todos se desvinculan de tal decisión, nadie quiere formar parte del tripartito del que forman parte, y una vez pillados todos los de la banda culpan a otro a ver si se libran.

Tanto que bramaban contra la gürtel y cuanto parecido se intuye.

Y no cuela el minusvalorar el asunto, y no cuela ninguna de las añagazas de escaqueo y elusión de responsabilidad, y no ha colado nada: han sido pillados, por todas partes y sin contar la parte fiduciaria, que quizá hubiera colado, han defraudado al pueblo, a la gente una a una, los han hecho sentirse ridículos. Pues nada “yo no he sido, han sido los otros” pero lo que no harán, y es fácil, es “hacer la trazabilidad” en sentido inverso: de la cantición a la empresa, a la decisión de cobrar en La Tomatina, de que fuera esa empresa y no otra, de parte de quien viene, porque puerta se les ha dado paso….eso que a nadie se le ocurra, eh, por favor, que bastante vamos teniendo.

Si La Tomatina ha de tener un himno, como todos los himnos populares será la gente la que se lo conceda, cuando la canten en el mismo acto: de momento es “no hay tomate; agua” ya evolucionará, ya pasará lo que haya de pasar, ya los buñoleros marmolarán cual es la canción del tomate, que esto de controlar todo desde el consistorio se les ha ido de las manos, de la indolencia al ridículo. Pero es que nombrar una canción oficial desde el concejo y que sea ese bodrio, es más que insultar.

Pero son todos de izquierdas, y hoy deberán hablar de unicornios, eludiendo toda conversación sobre el tema si se puede, y ya se sabe el principio rector: si la realidad no se acomoda a mi conveniencia, la realidad está equivocada.

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