viernes, 15 de junio de 2012

Lo entendería mucho mejor si supiera lo que significa

El León de Natuba da su vida por un poco de afecto que le lleva a la Guerra del fin del mundo; no tiene razón Vargas LLosa cuando se asombra de su exotismo; no le puedo enmendar la plana a una de las plumas más recurrentes desde mi infancia.

La imposición del sistema métrico decimal bajo un paraguas de buena voluntad y unificación por el comercio es una falacia que coló, y aun cuela, aunque se vea poco: en el mar se mide en millas, en usa miden en pulgadas, aquí lo abandonamos en nombre de un progreso cientifista que nada enriquece y todo confunde: muchos, demasiados, se definen como progresistas sin saber que significa progresar ni hacia adonde. Progresamos en el Neolítico; progresamos con la muerte de Cristo, progresamos cuando mientras algunos se entregaban a la ceremonia de autoadoración de Berkeley y el hippismo, Gates y Jobs, y unos cuantos más, de la nada sacaron la manera de optimizar los medios de comunicación hasta este momento: Internet es el último progreso: no podemos adivinar progresos futuros, podemos estudiar los pasados; nadie es una persona de progreso, mientras no haya progresado, en el pasado, y no hay un progreso a un punto de perfección, por la misma naturaleza esencial del hombre.

Hay aciertos rotundos en la naturaleza de la cultura y errores profundos: todo se ve a la distancia del pasado.

La unificación mundial en base a dogmas de propaganda de organismos ficticios de enorme coste, y utilidad nula, tan sólo ha traído la aberración en la que estamos: los superbuenistas que se proclaman santos en vida por lo civil, van de ong al tercer mundo a ayudarlos a modernizarse: en vez de analizar su evolución personal y social y mejorarlos por sí mismos en su propia norma de conducta y rigor, lo que hacen es sembrar el terreno para que acabe allí insertándose un macdonalds. Pero se encuentran santificados y en posesión de la verdad.

La bolsa es algo que debería preocupar a quien haya especulado; que todo un país tiemble por la presión de la especulación tan sólo significa que los gobernantes nos han vendido como esclavos modernos, neoreplicantes a corporaciones indefinidas; que en vez de preocuparse de las personas que es de lo que se supone se trata la preocupación sea quedar bien ante el sistema fiduciario mundial, o los poseedores del dinero, nos da la medida de la hez. Las personas pueden morir de hambre, se sacrifica todo al becerro de oro por “los mercados” o por el sistema métrico decimal o por el progreso: los gobernantes no gobiernan para las personas, lo hacen para un artificio contable sustentado en una paranoia compartida de un mundo unívoco y rasgado por las costuras de la realidad que acabará por imponerse: desde Roma ahora nada hemos evolucionado, y cuando reviente esto estrepitosamente nos veremos en una situación de realidad inmediata más que bonita: los ecologistas no tendrán más remedio que vivir acorde a lo que dicen y no a de lo que cobran, porque estaremos en la situación de la edad media en la cual habrá que trabajar cada día por aceite, huevos leche, pan y algo de vino, y el comercio será testimonial y sólo en lo necesario: y nada habremos perdido en el camino porque nada hemos evolucionado.

Tanto correr para no llegar a ninguna parte.

2 comentarios:

Váitovek dijo...

Por cierto, la historia del Becerro de Oro cada vez me resulta más difícil y enigmática.No creo que se ventile sin más como otro cuento sobre el síndrome del Rey Midas. Es muy muy enigmática. Sobre todo si tenemos en cuenta que hacía 5 minutos que los israelitas habían visto y oído toda clase de portentos en directo realizados por el Dios vivo - que una vez más mostró su habitual radical desprecio y oposición a los símbolos o estatuas, y eso es TODA la llamada Cultura empezando por eso que llamamos lenguaje, y que para Él está claro que sólo es otra estatua o símbolo de la Palabra real, física, activa y simepre encarnada.
Esto de las estatuas y la prohibicón de hacerlas como único medio para sanarnos me parece que tiene mucho más que ver con la Historia de Narciso que con la de Midas.
O con cierto heresiarca citado por Borges que proponía la prohibición total de los espejos y la cópula, porque ambos multiplicaban la especie humana. Y el quid, claro, está en que adrede amalgama la reproducción mediante espejos con la realizada pariendo niños vivos y reales.

Nosotros hace mucho que hemos elegido fingir la multiplicación mediante espejos. Por ej, el ratio Capital(bienes de Producción) per cápita en Usa y Europa desde 1950 es uan cuesta abajo que acojona, En cambio, en el mismo período el dinero ha aumentado en otra cuesta hacia arriba aún más acojonante.
Por eso la solución que predican al presente caos es la radical disminución de la población y que sigan aumentando los espejos.

Yo creo que la obsesión de la Biblia con el Dinero se refiere a ésto, y no la habitual interpretación más bien inocua y tontorrona.

Ignacio dijo...

No vas por mal camino, no.