Alguna lumbrera ha dicho a “los católicos” que deben tener presencia en la red: se me ha llenado facebook de militancias y advenimientos en oleada: pasará, como pasa todo, como pasa el tiempo y pasa la viuda. Facebook se ha convertido en el casino del pueblo, sólo que el pueblo ahora llega desde Brisbane a Buñol; algunos estuvimos desde el principio viendo y viviendo la construcción de éste casino, de repente llegan oleadas: los progres, tan trolls; ahora la clerecía tan entregada: entran con sus normas, desconociendo la nettiqueta y con quien hablan: normal, todos los novatos al descubrir la red tienen su fascinación.
Quitando lo que tiene de excluyente de la universalidad de la iglesia lo de ser los “católicos” como grupo, a veces se roza lo extraño: es un casino de pueblo, ni al medico se le aguanta su opinión siempre llevada a la medicina, ni al cura todo bíblico, se entra y se vive, cada cual lleva su vida y no hace falta tanta proclama: a la hora de la verdad, todos sabemos quienes somos, a pesar de tanto denuesto y a pesar de tanta aberración, a pesar de tanto ninguneo y de tanta plaga social.
La jerarquía católica está cayendo en el juego: empiezan a utilizar los mecanismos de la propaganda y la publicidad, la infección vírica como forma de comunicación social, y eso es un grave error: un cardenal le dijo a Napoleón que jamás podría acabar con el catolicismo: “nosotros llevamos dos mil años intentándolo y no hay manera” le dijo el cardenal: y tenía razón.
En un mundo que se cae de su propia aberración, la clerecía se empeña en negarle a la gente el último refugio: la fe privada, sin ostentación, sin alharacas ni golpes públicos de pecho; la intimidad del rezo y la fe privada más allá de manifestaciones que si son inclusivas son excluyentes, y van condicionando a la gente: eso no es bueno. La gente debe sobrevivir a esto, a todo.
debemos sobrevivir: Federico (mi vecino) dice que los partidos, pasan; los principios permanecen: en vez de mantener principios personales de unidad y universalidad estamos cayendo en consignas burdas tramadas por idiotas que han leído un manual; y mucha gente hace bandera de ello.
El mundo es como las fallas; te levantan muy alto para verte arder mejor: a Cristo lo aclamaron a su entrada, para luego crucificarlo: eran los mismos, somos los mismos. Si Cristo no pudo hacer nada porque era hombre y como tal afectado por las pasiones, nada pudo hacer con las armas de los hombres más que dejar la palabra: que es el origen; lo demás debemos dejarlo a nuestro albedrío.
Nada arreglaremos, pero dejamos constancia de cada momento: es el momento de las personas, que toda la falacia socialdemócrata ha caído de su propia estulticia.
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