jueves, 6 de septiembre de 2007

Una realidad cuántica

El estudio de la ciencia busca establecer la esencia de la realidad: eso, es imposible. Estudiar la realidad exige taxonomía y clasificación, pero nunca es aprehensible: al contrario; el tiempo lo modifica; aunque se consiguiera fijar un instante en términos físicos al siguiente todo habrá cambiado. La ciencia mediante su estudio nos ayuda a comprender la realidad, pero no es la realidad. De hecho, la realidad no existe.

El estudio del medio es parte de la evolución cultural de la especie; pero no es la evolución de la especie. Intentar reducir la realidad da una mera ecuación; o a un constructo cientifista tan sólo es una expresión del ansia de conocimiento del hombre, no de su conocimiento.

El comprender el mundo que nos rodea es esencial para entender el mundo, pero nunca vemos la realidad, nunca es, sólo lo es por aproximación.

Y sólo es para ver nuestra medida y nuestra dimensión, y no como especie sino como individuos.

Mientras se utilice la ignorancia de la gente para elaborar paraísos cientifistas confusos pero perfectos, la manipulación está servida. Mientras más se degrade la educación empeora el nivel cultural de la especie, aunque haya individuos formados, si se divulga la vulgarización se impone la vulgaridad como normalidad: se aspira entonces a la cosmética y la presencia en la mediocridad y no la excelencia en la individualidad.

Se hunde la cultura: se aleja a la gente de la excelencia para poder dominar mejor desde la mediocridad: se retroalimenta.

La discusión de fondo ahora en la política en España es acerca de quién es mejor burócrata, quien o que grupo son los que más y mejor conocen el sistema y por tanto pueden pilotarlo mejor; nadie se plantea que el sistema estancado y fijado en su propia rigidez está obsoleto y putrefacto.

Tan sólo quien es mejor pilotando el sistema. Este sistema.

Ese es el gran error.

La evolución exige el cambio de esta obsolescencia progre guai a un sistema que responda no a las modas americanas/antiamericanas, sino a nuestra esencia democrática: una democracia ciudadana, participativa, de listas abiertas y senado Romano (SPQH) de organización territorial por municipios y no por entelequias preneolíticas (y cerebralmente patológicas) una sociedad de ciudadanos, libres, y dependientes de sí mismos; con un estado mínimo sin la intromisión como norma.

Nosotros NO provenimos línea directa de la escisión de Trento: nosotros venimos de Grecia y Roma; no hemos necesitado inventar una democracia como en USA, sino que está ahí el desarrollo a evolucionar. Negarnos nuestras raíces es acabar mal; muy mal.

Y desarrollarlas es la única garantía de proyección hacia el futuro.

Y nadie olvide la religión, la nuestra: donde está el cristianismo ha habido civilización y evolución; en los demás sitios, ni buscando con lupa. Apuntad eso, que no es casual.

Lo demás son preciosismos, florilegios, y demás desmayos cerebrales.

1 comentario:

Luis Amézaga dijo...

Pero a los próceres, a los representantes, algo tendremos que darles para que se sientan diferentes, para que no incidan en la distinción. Eso es una realidad. Los moldes son individuos imperfectos. El sistema creado por esos individuos no puede ser perfecto. Asumámoslo desde la perspectiva grecolatina o desde la democracia yanqui.