lunes, 22 de julio de 2013

Navas colosales,ínfimos castillos, mínima humanidad.

La configuración del espacio condiciona la adecuación del hombre y se generan universales, y localismos: la tipología de España se define por diócesis y castillos; la organización del espacio se condiciona a la vez que condiciona la adecuación del hombre al medio y sus avatares. La configuración de las Navas da una topología de aprovechamiento del espacio que genera una concepción social inmanente a ello, el tiempo y los hombres con trabajo y sudor configuran el resto, y la vida siempre se abre paso.
Así, el castillo de Buñol asentado sobre dos abarrancamientos en v y con un sistema hidrológico brillante configura un orden visual de organización del espacio y percepción de los caminos para el tránsito de Castilla y el mar: la configuración formal de una estructura se debe al entorno que ocupa y organiza, y condiciona al medio del mismo modo que es condicionado por él: en la tipología organizativa de castillos podemos hurgar la hermenéutica de la historia y la configuración y ordenamiento debidos; la misma estructura que Buñol tiene la Alhambra, Rubielos de Mora, y algunos otros: la estructura de la edificación, al modo Romano se acomoda a su base de sustentación, estructurándose y organizándose en tal adecuación a una forma definida: una casa romana. Que es la forma que tiene toda casa bien hecha o pensada, no la aberración en las que vivimos hoy día. Son Castillos, organizados en su estructura interna como una domus, que organizan a su alrededor el espacio que ocupan y organizan.
Y España en su avatar hace la única modificación a la domus válida: no hay otra estructura formal de habitación más adecuada, ni creo que la vaya a haber. España en su avatar evoluciona de manera que las casas son lo que se ve: toda fachada es humilde, sobria, recia, casi pobre: sólo se ve lo necesario que se vea, y nada más, sin alardes ni decoración exterior: la fachada nada dice nunca de sus habitantes: al interior es donde se ve, o no, lo que hay, o no, y la calidad, o no, de sus habitantes: son casas familiares, son vidas, son las personas: enseñamos lo que queremos que vean los demás, y cuanto menos, mejor, por no mostrar el flanco ni dar datos a nadie, que a nadie nuestra vida importa.
Cuando dejas a alguien entrar en tu vida, has de cuidarte: puede ser un destructor; los miasmas te pueden venir de dentro, o generarlos tu, que hay hijos que son para matarlos; y si tu vida es buena y bien planteada lo que llega enriquece, y enriqueces así a tu pueblo, a tu casa, a la humanidad: si la soberbia se apropia de una casa, de un pueblo, de un país, todo se va por el desagüe, todo se destroza en regocijo de aberraciones de la cultura y la evolución, siempre en nombre de una bondad, siempre acomodaticio, siempre perverso con la apariencia de bondadoso y benefactor. Y siempre para poder seguir adelante ha de haber una reconquista, porque el mal siempre se justifica en su cobardía, en su horror e impudicia en su magma de mayorías democráticas: la democracia es la ley de Lynch: como somos más, lo ahorcamos.
Respetar a las personas, respetar el pasado, respetar el trabajo ajeno es la manera de respetar y valorar el propio: y la humildad debería ser la ley y hacer el resto. cuando no es así, todo va mal, todo irá mal, trufado de palabrería y justificación.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Cuando dejas a alguien entrar en tu vida, has de cuidarte: puede ser un destructor".
Hoy, después de 3 años, he recuperado algunas cosas. Entre ellas mi antiguo PC con los blogs que antaño solía "cotillear".
Entro aquí, en el blog del valenciano (de Buñol concretamente) y me encuentro con una frase que se ajusta PERFECTAMENTE a mi.
Saludos de nuevo Ignacio de la "tocapelotas" de.....

Carmen

Ignacio dijo...

Se te echaba de menos.