jueves, 25 de julio de 2013

Ad sancti Iacobii limina peregrinatio

 

De la misma manera, siempre: primero se intenta ridiculizar, haciendo burla, del envidiado; de todo se intenta hacer risa, lo cual queda fatal cuando va una persona sola porque pone en evidencia su estupidez, pero en cuadrilla se jalean unos a otros para con el ruido no escuchar; de este miserable modo se niega la condición a la persona, y así, en su imaginario deja de ser persona y con tal objetualización ya podemos destrozarlo, porque lo hemos deshumanizado: siempre es el mismo esquema el de la tiña: reírse del otro, burlas, denuestos, y en cuadrilla descalificarlo, ningunearlo, despreciarlo, empequeñecimiento, y luego la destroza.

El esquema de la tiña se reproduce, ahora, con un fervor inusitado en otros tiempos en el que cada persona se esforzaba por ser el protagonista de su vida; ahora ceden su personalidad a un grupo para así, formando parte de una recua, delegar responsabilidades.

Nada nuevo: a Cristo le hicieron exactamente lo mismo, así justifican cualquier crucifixión.

Y el mismo esquema lo aplican, amplificándolo del rango de persona al grupo, banda o entidad real o imaginaria que quieren asumir en su envidia: incapaces de hacer nada, crear nada, o de ser humildes, siempre se apropian del esfuerzo de los demás para brillar ellos: copian ideas, actitudes, hasta los andares, y luego, claro: hay que burlarse del original no me vayan a pillar en la copia; de tan execrable modo funciona la sociedad en España hoy; desde los haraganes de mi pueblo, incapaces de nada pero capaces de joderlo todo mientras cobran además el salario imaginado que le han negado al otro, a todo el enorme constructo falaz del borbonismo socialista que detenta el poder político en España contra los españoles.

Funciona también la envidia como excusa preventiva: no me hagas a mí lo que yo haría contigo se transforma, adecuadamente normalizado en “una vez condenado, las pruebas irán apareciendo” y queriendo justificarse en tan feble consideración se actúa indiscriminadamente. Está presente en todo, persistente, contínua, dolente, y provoca las más desconsideradas y ruines situaciones de desdoro y acoso al débil, siempre atacan en cuadrilla al que consideran solo, y además van todos juntos, el miedo es connatural a la envidia porque nadie asume sus aciertos ni sus errores; de ese modo no tienen ninguna de las dos cosas.

La soberbia domina todo y la humildad es perseguida.

Bajo la superstición de la democracia, la socialdemocracia esclava del capitalismo fiduciario ha impuesto un igualitarismo endeble fundamentado en un buenismo bobo de cursiladas encadenadas; de tal modo, como todos somos iguales todos tenemos derecho a lo mismo y esa es la justificación de todo robo, de mucha infamia, de toda estulticia y desdoro: yo también tengo derecho a…. es el mantra asentado en las mentes, sin considerar nunca el yo también debería de esforzarme para…. Debidamente manipulado por el sistema de domesticación en que han convertido el sistema nacional de enseñanza se asienta en las personas, más con tendencia al abandono y la indolencia que al esfuerzo y la humildad. De tal modo se subjetiviza a la persona, siendo ya ciudadanos (y lo dicen aparentando orgullo) ya contribuyentes fiscales: de ese modo son “asertivos” con el sistema de manera “positiva” y actúan de forma “proactiva” y se niegan la condición de persona: de manera que su vida no vale nada y así lo consideran, sobre todo a cargo de las vidas de los demás. El principio de actuar como si fuese normal ese futuro imaginado para hacerlo normal genera una estructura social de impudicia justificada en la libertad y la carencia de identidad “mi cuerpo es mío” ergo sólo son cuerpo, ergo sólo tienen valor como objeto de uso, ergo caducado el producto no tiene razón de ser ni fundamento. La vida humana no es, si no parece: como productos industriales perecederos. La entrega, la pasión, el amor y la caridad así, “normalizadas” y debidamente adecuadas a un imaginario tan lejano del ser humano como insulso en su concepción, son proscritas, junto a la intimidad y la capacidad del ser: las mujeres dejan de ser princesas únicas e irrepetibles para pasar a ser un producto industrial de gestos mecanizados actitudes estereotipadas y estupidez por norma: deplorable.

Ninguna lección deja de ser desperdiciada, ningún talento deja de ser desaprovechado, ningún tópico deja de ser jaleado, ninguna excelencia deja de ser proscrita.

Así va yendo: Apóstol Santiago: cierra España


La gente vive, aunque ellos no quieran
y hagan esclavos con leyes obscenas;
Roncesvalles es pequeño, apenas una aldea
y al final de la calle está la Santa Puerta,
Plaza de la Quintana, por ahí se entra:
nunc dimittis, jefe; ahora, por otra senda;
que España es más grande que lo que ahora se muestra.

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