lunes, 24 de agosto de 2009

Son las luminarias de los cojones

Llevan linternas: linternas pequeñas a veces, pero predominan unas que se ajustan a la cabeza a modo de los mineros pero modernas. En la noche leen, a veces; pero sobre todo, molestan. Al amanecer salen con las linternas en la cabeza: apenas alumbran, molestan a los demás y para nada sirven. Hacen perder la luminosidad de la Vía Lactea que guía en su refulgir, y no dejan ver.

Han comprado las linternas, y como ven su inutilidad y la molestia de transportarlas, les dan uso para justificarse ante si mismos el llevarla, el exceso de peso y la tontería de llevar linternas, cuchillos increibles, y cosas necesarias para una acampada en Groenlandia en lo peor del invierno: en Castilla, agosto.

Es dificil hacerles ver (hacernos ver) que justificamos la inutilidad de cosas, razones y sentimientos dandoles uso y creyendo que nos sirven para algo: creo que es una lección pero no la puedo explicar mejor.

Hablamos de linternas. No de coches ni burócratas; hablamos de linternas, no de sentimientos, relaciones, cotidianos, razonamientos, novias, amores pasados y presentes : siempre el mismo, tira p'alante, contra todos los monstruos gigantes.

1 comentario:

o s a k a dijo...

el hombre es una maquinica de autojustificarse

ejemplo bien traído, buena síntesis

n a c o
quesondosdías