lunes, 26 de enero de 2015

In tenebris lux fulget

La luz implacable preludia la pascua: el frío de la mañana asienta el invierno y todas las señales dan augurios implacables: se pueden hacer peor las cosas, pero mejor no dar ideas. La gente, programada desde los centros de estabulación de la enseñanza, depositan su fe en un sistema que genera su destrucción como personas: haya pasado lo que haya pasado en Grecia y sus elecciones, el amo ha dejado claro que pasará lo que él dictamine que pase, y nada más, que no de otra cosa habló la democrática autoridad del banco central europeo del Reichstag: Draghi manda, todos acatan y sustentado en los pomposos y banales soberbios esclavizados a su propio ego, siguen engañando a la gente bondadosa: cada vez menos, cada vez a menos gente, cada vez la gente más avisada, aunque algunos no pierden la esperanza de revoluciones soñadas y delirios pueriles sublimados al recuerdo de lo que jamás existió. Pero sustentan todo su constructo vital en los dictámenes que el poder les indica, y no salen de la senda que les ha sido trazada: hablan de la democracia como si fuera algo bueno, y más pontifican cuanto más desconocen: pero eso sí, desde el último bedel al primer alcalde todos se han procurado un sustento a costa de los demás, que nunca de sí mismos, y ninguneando el trabajo ajeno, sobre él cabalgan hacia la nada, porque nada saben hacer más que copiar: se creen intelectuales porque han mirado portadas de libros: se debe al corrector ortográfico de word la mayoría de tesis doctorales y libros de justificación de la propia vida de toda esta hez de holganza y haraganes, que han sustituido el catecismo por revistas de moda para quinceañeras cursis (valga la repugnancia) y se instalan en un sistema de sublimación de la vulgaridad, magnificación de la ordinariez, adoración de la estulticia y demostración de la ignorancia: y se quedan tan orondos.
Han perdido la esperanza, y se jactan de las drhogas y de sus apariencias y desconocen todo hasta acerca de sí mismos; todo se sublima en justificar un sistema económico propio, y todo se sublima en la deificación del estado como forma divina: el becerro de oro siempre tiene el ara llena de ofrendas cuando no sacrificios humanos. Y a eso le llaman ser científico, proactivo, asertivo, con empatía, y mandangas: todo aquello que niegue al catolicismo, cuanto más virulentamente mejor: al menos en eso siguen al Papa: triste consuelo.
Vidas vacías, que transmiten con jactancia y soberbia: generaciones enteras de esclavos programados y sumisos que además se jactan de ello.
El gobierno se jacta de las formas del estado: se obvia la nación y todo aquello que la configura, se desprecia al propio idioma y se jalea el hablar mal, cuanto peor más catedrático, más periodista cuanto peor habla y más jactancia tiene; la progrhez política va hacia “el bipartidismo perfecto” siguiendo las profundas enseñanzas de “El ala oeste de la casa blanca” que es más fantasioso que los cuentos de Lovecraft. Y se usa todo el desarrollo de los principios de la propaganda de Goebbels a todos los niveles para aplicar la damnatio memoriæ a cualquiera; en mi pueblo cosas que he hecho yo, sólidas y fundamentadas, se las atribuyen a cualquiera y me niegan el pan y la sal; analfabetos dan lecciones y existen hasta comisarios culturales……que no hicieron ni la egb.
Pero todos cumplen a rajatabla toda consigna que el poder les dicta: en mi pueblo, y en España, lo que hay es una estructura de obediencia caciquil en la cual se obedece a uno u otro amo: a eso llaman democracia, a la sumisión a un cacique que ni siquiera han elegido: y todos se aseguran estar a buenas con Draghi, comprando su drhoga y acatando sus jactancias, que hasta en el habla dejan atrás el idioma por un pastiche de farfolla; sirven feudalmente a un amo: al que han convertido en caciquil, desde abajo arriba va subiendo el nivel, pero toda la estructura es caciquil y de obediencia y sumisión: en Buñol la casta caciquil son los Avaricion, en otros sitios, los Lannister.
De ser un pueblo bonito, realmente me da la imagen de la posguerra de Dresde. De La Hoya hemos pasado al hoyo, en nombre de la modernidad democrática.
Caciquismo con reyezuelos totalitarios feudalistas, soberbios, codiciosos y pomposos: eso es a lo que llaman democracia.

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