martes, 8 de enero de 2013

Tulipanes en Harlem

El cultivo de tulipanes se estableció por moda con lo cual la riqueza se medía por ello: el reto era el Tulipán negro, que es conseguido: cuando las turbamultas linchan a los hermanos de Witt, consiguen pasarle el bulbo al sobrino para que lo consiga.
Para nada valían los tulipanes, pero entretuvieron a la sociedad y modificaron rasgos económicos; eso, son memeces: si para algo sirvieron es para que Dumas nos lo contara; lo demás, baladí.
Se cultivaban tulipanes con más que pasión como un fundamento económico: nunca lo fueron, pero su moda pervive. La gente se entretenía, y las hordas lincharon a los hermanos de Witt.
Todo son tulipanes: primas de riesgo que nada indican, sistemas de bolsa que bailan al son de quien les toca, palabras y declaraciones tan fatuas como inválidas: nadie quiere ninguna independencia pero así se esconden mejor las mangancias; nadie quiere el absurdo centralismo ni mucho menos esa identificación que quieren hacer de Madrid con España: no, los españoles somos muy distintos a los de Madrid aunque tengan tv; y arredra a España que aquellos se pongan como abanderados de lo que sea, la verdad. Son tulipanes las declaraciones de recortes que tan sólo han sido la excusa para recortar la inteligencia y la creatividad y entregar el tejido productivo de España a los más tontos para que sean manejados por la plutocracia, y son tulipanes todas las declaraciones, manifestaciones, y rimbombos en general que por todas partes vemos: son tulipanes los sindicatos y partidos, ong y fundaciones: tan sólo son asociaciones de beneficiario de mangancias, y nada más.
El tulipán negro sucedió en Haarlem y ahora quieren que seamos un suburbio degradado de gente degradada para sentirse lejos de la mediocridad que encarnan, que es mejor pueblo que dirigentes habemos, y este sistema ha muerto ya, que funciona por inercia, y el asunto del IV Reich que llaman unión europea demuestra su acierto con Depardieu huyendo, y todo aquel que puede huye del sistema: a los más inteligentes se les echa, pero eso no es exilio: uy no, que son la democracia, pero la gente con dos dedos de frente huye de España: aquí nadie puede desarrollarse como persona, que empezó a pasar con los barcelonís y vascongados en los ochenta, y se ha llenado el mundo de gente que huye de tales sitios: pero no, ellos son la verdad, los que se han ido disimulan porque aquí la huida es esencial: y el disimulo, que todos tienen su dinero fuera en cuanto tienen algo porque quieren brillar en Versalles cualquier haragán recrecido con el dinero robado a los españoles, y si no enviarán a las turbamultas a que los linchen: que lo de la grandeza sólo es para la grandilocuencia de las declaraciones, que a la que te descuidas te ponen el sambenito de “facha” con lo cual se sienten obligados a matarte: no asumen su fracaso, jamás la culpa siempre es de otro.
Cultivamos tulipanes negros en Harlem para creernos que somos alguien cuando nos han vendido como esclavos a la plutocracia, y eso sí: espectáculo no ha de faltar.

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