sábado, 24 de enero de 2009

El cero y el recurso finito

La evolución de la cultura es el progreso; y nunca es producto de la necesidad. En la edad de Bronce se usa la rueda: en Europa, pero no en América; tan sólo la usan como juguete.

Es importante la nada: sólo mediante un símbolo de la nada entendemos los números, y lo hacemos valer uno, 10, 100...y abre la simbología a posibilidades: sin el cero, suma, resta, multiplicación y división son impensables (deberes: dividir CCCLVIII entre XXIV) nos resulta imposible porque conocemos el uso del cero; los del Yucatán para cuando nace Cristo ya tenían un símbolo para el cero y valores posicionales para los números; sin relación alguna, encontramos el cero hindú unos cinco siglos más tarde; se adoptaron en el medievo como notación arábiga, por que el camino venía por aquella península.

La cultura se desarrolla por difusión.

Los intentos de universalización de la época del cientifismo no trajeron más que desastres, cuando no resultan inanes: La guerra del fin del mundo la declaran contra el sistema métrico decimal, narra Vargas Llosa; que se pretendía imponer para mediciones de volumen, longitud y peso. En Inglaterra usan base doce; medimos tv en pulgadas, los tornillos; los que no hicieron caso de tal “universalización” no se quedaron fuera de nada: demuestra tal cosa que los sistemas de medidas y calibraje, peso y distancia (en el mar en millas, en tierra en km) sirven en cuanto se miden; universalizar queriendo “unificar” todo no hace más que generar confusión en un principio, y luego se asume, porque no pasa nada: la diferencia no implica exclusión: sólo reconocimiento, negar diferencias es aberrante.

La ciencia nos sirve como la tecnología del conocimiento y como forma de estudio y de educación; pero no están las respuestas a nada ahí, mas que a las preguntas que en sí misma genera. A creer que un laicismo cientifista es una forma de estructuración social, demostró su validez Stalin; enfrentar la ciencia al conocimiento es de mentes preformadas, cuando menos; la ciencia forma parte del conocimiento, pero no es el conocimiento: es imposible dar rango y medida a la humanidad y su alcance; y pretender uniformizar todo sólo es una forma de uniformar; la ciencia sirve al hombre para entenderse y entender los fenómenos físicos: pero el hombre se busca a sí mismo y no hay una ecuación que resuelva el amor, el afecto o la humanidad; el hombre no estudia desde un plano superior a sí mismo; por eso siempre la ciencia será necesaria, pero no es la solución.

Barrunto que desde el neolítico, pero desde que el pelma de Malthus dijo y demostró científicamente que hoy es imposible que ninguno de vosotros estéis vivos, esa concepción fosilizada de la realidad no es que se haya abierto camino: es que es la que manda por todas partes; y no es otra cosa que la indolencia propia de la soberbia de la autoadoración: el aburrimiento. La realidad no es una planta de plástico, que es lo que nos cuentan; la vida, va y se abre paso; pero vende mucho las desgracias eternas, que ya avisaba Rubén Darío: no habrá alimentos para alimentarnos a todos, el ddt es malo viva la malaria, el agujero de la capa de ozono hará que seamos todos mutantes; el calentamiento global con el enfriamiento global multiplicado por el fenómeno del niño y elevado al cubo de rubrik da como resultado que el fin del mundo está cerca: arrepentíos.

Demostrada quedó hace ya años, la infamia del calentamiento global: encerrados en su estructura, se han otorgado a sí mismos hasta un premio Nobel, a un caradura que encima copió un documental de Frank Capra de 1958: no pasa nada: los que saben de cine son ellos, los demás no tenemos derecho a saber ni a pensar: sólo lo reconocido y validado por el sistema es válido para el sistema.

Pero les han colado la copia de un documental de Capra. Ígnaros.

La tierra está viva y se mueve por sus ciclos, en su ritmo y armonía propia; el hombre tiene la alianza con la tierra firmada en el Evangelio; y la ha roto: el problema de las hambrunas es por los biocombustibles que han subido los precios porque la murga del calentamiento global esconde tras de sí el modelo energético y mucho poder detrás, y nada más.

El agua ni se pierde ni se ahorra ni escasea ni sobra: el agua va, y unos días llueve y otros días hace sol: el hombre sobre la tierra está situado mal, de la peor manera posible y sin ninguna cordura: lo que es un problema de urbanización y abastecimiento no es culpa del agua, sino de una mala organización.

6 comentarios:

o s a k a dijo...

mientras construyan un mundo falaz con cintas de frank capra, habrá esperanza

frank capra es inmortal (porque respetaba las reglas)

estos fanfarrones no

n a c o
fuegoenlospies

Anónimo dijo...

Lo del calentamiento global, con todo ese bombo y platillo, tiene muchas papeletas de ser cuento chino. Reconozco que a mí me gusta tragármelo, no obstante, porque va de la mano de una de mis observaciones: arrasamos con todo lo que pillamos por puro placer. Y otra más: somos una maldita plaga. Una maldita plaga que arrasa con todo lo que pilla. Para nada. Para vivir, comer, fornicar como meros animales con ropa. Para eso mejor seguíamos siendo barro.

Buen apunte lo del agua.

Malthus no iba tan descaminado. Se le pasaron dos cosas por alto: los avances tecnológicos y el supino egoísmo humano. Dijo que la humanidad moriría de hambre; bien, las dos terceras partes del mundo apenas sí tienen que llevarse a la boca. O eso dicen. Esas dos causas que Malthus olvidó modificaron de esta sensible manera su teoría.

Y seguimos en las mismas: “Si la población terrestre continúa duplicando su número cada treinta y cinco años (como lo está haciendo ahora) cuando llegue el año 2.600 se habrá multiplicado por 100.000 (..) ¡La población alcanzará los 630.000.000.000! Nuestro planeta sólo nos ofrecerá espacio para mantenernos de pie, pues se dispondrá únicamente de 3 cm2 por persona en la superficie sólida, incluyendo Groenlandia y la Antártida. Es más, si la especie humana continúa multiplicándose al mismo ritmo, en el 3.550 la masa total de tejido humano será igual a la masa de la Tierra. Evidentemente, la raza humana no puede crecer durante mucho tiempo al ritmo actual, prescindiendo de cuanto se haga respecto al suministro de alimentos, agua, minerales y energía. Y conste que no digo “no querrá”, “no se atreverá” o “no deberá”: digo lisa y llanamente “no puede”.” (Isaac Asimov, Introducción a la Ciencia, 1973)

Ignacio dijo...

Todos esos calculos son falaces.

Anónimo dijo...

Vaya, hombre. Entonces me das la razón en lo demás?
:p

Ignacio dijo...

No: no te he dado la razon en absolutamente nada; vuelve a leer, anda, que me va a tocar volver a escribir lo de arriba.

Anónimo dijo...

Ah, vaya, es que al decir "cálculos" pensaba que sólo te referías a la cita de Asimov :(

Bueno, me alegro de haber podido dejar mi impronta.

Ra
extincionista integrado