miércoles, 25 de junio de 2008

Ya decía yo

Acabarán canonizando a Mandrilín Monoe con los beneplácitos de González Pons de belleza en siete días y Pepiño el de los palotes, pero como siempre, La Galaxia adelantó esta situación viendo el percal: habían nombrado al de la etiqueta de anís del mono ministro del interior, lo cual también aprovechó Losantos sin citar (que curioso) con lo cual aprovecho para ofrecer mis servicios a tan distinguidas empresas, sueldo a convenir.


En uno de sus barcos le trajeron de América un mono que pronto habitó la destilería, siendo esta conocida a finales del siglo XIX como la destilería del mono, y su anís como el anís del mono. Pasado el tiempo se decidió poner en la etiqueta la figura del mono. En España 1872 rindió el comerciante barcelonés Vicente Bosch al genio de la ciencia moderna al diseñar una botella que agrandaba las medidas de un frasco de perfume francés y mandar dibujar para ella una etiqueta en la que un primate humano presentaba unas botellas sosteniendo un pergamino que proclamaba: "Es el mejor. La Ciencia lo dijo y yo no miento. Esta ciencia era la que había hecho publica en 1859 Charles Darwin con su libro 'El origen de las especies'". Más desconocido es el hecho de que la efigie del primate humano, que daría lugar a la marca Anís del Mono, es la de Charles Darwin.

Sigo sosteniendo que el de la etiqueta es Rub Al Qaba, por eso hacen la ley de los simios.

1 comentario:

Luis Amézaga dijo...

¿Charles Rubalcaba? De ahí viene el cacao mental que nos traemos. El anís, claro, no ayuda.