Ecuación de la condición

Presciencia del amanecer a tu espalda
Que ya el orto solar abrió la jornada
Ya nada duele: la actividad regenera
El dolor día tras día: se renueva y acrecienta.
Un bar y una iglesia la gorra fuera
(en sitio cubierto, la cabeza despeja)
Tal cual manda el canon: la infantería, ordena.
Refresca todo el cuerpo el rigor de la piedra
Y renuevas vigores (en los bares cerveza)
Y sigues andando: hasta la noche, aprovecha.
Recambias dolores, amanece: ¿ahora rezas?
¡Si eres ateo de condición manifiesta!
Café necesario: copas supuestas
Camino y mochila, sudor: La catedral espera.
Que tiempo que hace, que días esperas
Que noches espesas, que rigor esa senda.
Que luces has visto: esas no las esperas.
Que llanto y que risas, soledad y rechazo
¿no te has dado cuenta? te has quemado un brazo
Y en la ducha ves la quemazón de impacto;
El brazo izquierdo, claro: el sol queda abajo:
En una farmacia cremas a capazos.
(también media cara: llagado a retazos)
¿Cuánto tiempo queda? ¿Cuánto tiempo llevas?
¿Cuando dejaste de sentir dolor en las piernas?
Todo eso pasa, el rigor, las iglesias
Los bares y ríos; mujeres acechan,
Pero eso no pasa: a tí es quien la senda lleva.
Y en llegando a Astorga ni tu nombre recuerdas:
Anda peregrino, que al final te esperan:
Que mas da quien falte, que importa quien muera
lo que la galaxia esconde la galaxia lo cuenta
y planta confesiones rotundas, de leyenda
en la puerta santa, se entra por la Quintana.
Tercer banco a la diestra: ite missa est
y ahí se acaba. Los marinos navegan
y una chica se peina; que mas da quien muera