jueves, 19 de mayo de 2016

De los alejandrinos proféticos.

 

El escrito se aferra y torce la senda: no hay final porque es el camino:

una novia antigüa, un lío indefinido; un amago de soledad

con restos de escritos, notas antigüas; acumulado a lo vivido

cántigas y endechas; un descanso en la noche, algo de verdad:

vida acumulada en la espalda; pensamientos sufridos,

noches en la barra; un plazo y un gesto, el llegar la mañana.

Una promesa vivida, un dolor aherrojado;

un misterio profundo, un pulso muy sentido,

una mujer de las que duelen; un desencanto jodido.

un escrito que no cuenta; que amaga lo vivido,

cuya mayéutica esconde el trazo recorrido.

Son copas vacías, con secretos escondidos;

son sentimientos ocultos, son las trazas del destino:

las variantes ocultas, la senda y el camino.

Es el viento helado en el que la tumba adivino;

un misterio profundo, un rezo compartido

en la profundidad del insondable infinito

en el que tu sólo ya te has convertido.

Es la tierra, el nudo en el olivo;

el viento que trajo el dolor tan sentido

lo quieras o no quieras, la leña y el destino

campos y paisajes: tu pueblo, el mío.

Una botella de ron, una cuadrilla de amigos

una paella con Juan, una sesión con cariño;

un arroyo que pasas que se convertirá en un río

y las piedras hablan; un hombre que es tu amigo.

La cueva oculta, el sentimiento escondido.

una chica que pasa: que jamás supo; un vino

a mitad de la mañana, una obra, un destino,

un clavo que clavas, y tu padre contigo:

ya tantos años muerto, ya todo está hundido.

El proyecto de casa, que abarcaba la cama;

los niños usados, el sentimiento vacío,

la infancia dolida: los baños, el río

en horas de clase, se llamó hacer novillos.

El seiscientos cargado, de ilusión y camino.

Una novia lejana, un sentimiento sufrido;

una traición evangélica, una venganza en sentido.

Un horror de ver la infamia, y el delito

de asumir el mundo que has vivido

no comprendiendo nada; no siendo admitido.

Es un escrito tan sólo, es palabra que queda

como plata brillando al fondo del agua

y ella se lava el pelo: con la niña pasabas.

Es una capilla aislada, una catedral abandonada

es tu casa y tu vida, no es nada, es divertido

caminar la mañana; una noche, es calor y es frío.

Es la letra indolente, es el trabajo y gemido

lamento que pones al filo

de esta historia que empieza, que no fue: que es, y que ha sido.

Es el proyecto y la casa, tu cuerpo y el mío;

es el placer y el rezo, la oración, el camino:

la senda infinita: Paco y el destino.

Es lo que nos conforta, sólo es un gemido:

Un arranque hondo queda aquí, así rendido.

 

…..y así concluye la Matemática Lítica.

 

Supongo que los Benedictinos celebraban el acabar un códice miniado; luego se pasó a celebrar ediciones: se redujo el número de las tiradas hasta que se empezó a celebrar el número de ejemplares vendidos; por razones de guarismos, la Matemática lítica tiene algo que celebrar, y así es como acaba la obra, que me temo que nunca acaba.

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