viernes, 6 de marzo de 2015

Lección de idiomas

Pusilánimes y mojigatos, repipis y aparentes: y al fondo, nada. El más absoluto vacío de personalidad y entidad: bajo el maquillaje de moda correctamente puesto, vivido, enseñado y autosatisfechos de ello; elijen muy bien el modo de expresión y de actuación, festejos y pautas y procedimientos: para todo tienen un “protocolo”porque desconocen el tempo, ritmo, liturgia, procedimiento, método o sistema: todo es un “protocolo” porque hablan en un inglés traducido que para mí es ridículo, ellos me hacen de lado porque hablo en castellano y bien: los anticapitalistas se entregan entregando su idioma, lo más sagrado, porque es la riqueza de la cultura, y entregándose ellos como esclavos, voluntariamente sumisos: de esta trampa avisó Gambra
La utilización metódica del lenguaje como medio de manipulación mental ha correspondido-y corresponde-al marxismo. En parte por una necesidad expresiva de la propia mentalidad dialéctica del hegelianismo marxista,que no se aviene con el lenguaje ordinario basado en el principio identitario del ser. El mismo sistema trasmuta los términos para su adecuada expresión, y el posterior empleo de ese lenguaje inunda de ambigüedades al lenguaje con un sentido proclive a su dialectización.
No es ajeno a esta situación el sistema de enseñanza por estabulación en escuelas de concentración y soflamas y consignas reiteradas al hastío, como en una madrasa. Pero no hablamos de una generación, o una determinada edad: por percolación trasfunde la sociedad; tal precuela ha generado una estructura social de memez, mojigatería lela, apariencia obligada y un lengüaje que sirve para no comunicar, no decir nada, no hablar de nada, no implicarse en nada, no saber nada y la nada como forma: se trasfunde en la consciencia al vacío de los cráneos y genera insatisfacción, y ante eso el sistema les da la solución: religiones de todo a cien y fin de semana obligatorio en el lugar adecuado con la compañía que te queda bien, un escenario definido y fotos de grupo donde todos sonríen: hasta en un funeral, ven una cámara y sonríen la sonrisa ensayada ante el espejo.
Esto en castellano se llama ser un visaje.
La actitud de  risas ensayadas y forzadas, sonrisas de profidén, apariencia en todo momento, y sólo en lugares adecuados a su maquillaje, y la indolencia y despectividad hacia todo aquello que desconocen y por tanto, temen, como la gente vestida bien, la que trabaja de verdad o no va de…. sino que es, tan ensayada y tan forzada, tan presuntamente pérfida y realmente ridícula (todos esos melindres se les van si el otro es rico, o tiene poder de algún tipo) esa actitud tiene un nombre en Buñol:
Vetigal.
El aspecto atildado, los enfados sufridos y dolientes si llevan una mancha, el aspecto ante todo, y la conjunción impecable de la manera de vestir tal como dictan desde algún sitio y ellos obedecen, sobre todo los sábados por la noche, enfadándose mucho si llueve porque se mojan y se les estropea el aspecto, en Buñol se llama ser un Abanto.
He topado con estos términos en los escritores, sobre todo del XVI y XVII, en Santa Teresa y San Ignacio; los he certificado a lo largo de mi vida. Ahora, resumen todo en “jo, tía” el karma, los chakras, y “te lo juro” pero en Buñol, cualquiera de mi edad está familiarizado con estos términos: la configuración geográfica y el ser un pueblo castellanohablante, hizo de Buñol una isla lingüistica en la cual la riqueza del castellano hablado en la gente del castillo, los trabajadores, y sobre todo las mujeres, venía directamente del siglo de oro, con una sonoridad y belleza implacables, y la configuración del lengüaje es la que nos configura la organización del alma (la estructura cerebral) y a mayor pobreza de lengüaje, mayor carencia de conceptos, y mayor propensión a la esclavitud, menos conocimiento, menos humildad, mas soberbia y más capacidad de ser engañados.
Hay que liberarse de la sumisión al amo, del inglés como “obligatorio” y de la paraciencia como paradigma de la negación de la verdad; bastante haremos si conocemos nuestro idioma y aprendemos a hablar con corrección, sabiendo expresarnos y sabiendo entender: con eso, los problemas de España se solucionaban rápido; a mayor confusión, más salimos perdiendo: la confusión, el arma del diablo.
Este es el verdadero rescate urgente.

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