sábado, 1 de diciembre de 2012

El tema declara

Lo disimula, pero sabe que no se volverán a ver: Lara conoce a Zhivago, y el jamás abandonará Rusia; acaba en manos de los forenses: Lysenko, implacable.

El vigor del Holodomor diezmó a toda Rusia, que es mucho diezmar, y dejó de un país portentoso un páramo de aberraciones, un piélago de terror y nada, la más absoluta nada redundada en muchas dignidades de pueblo ofendido y soberbia de posesión de la verdad: Zhivago muere, Zhivago es Rusia; pero no muere, porque ahora hay que ver la juventud rusa lo que da de sí, lo que asoma, lo que muestran y lo que la mayéutica indaga: ninguna ridícula planificación de la realidad jamás ha acabado con la realidad, y jamás acabará, porque cae siempre presa de su propia entropía.

Hasta que el vigor de la industrialización no hace al capitalismo fiduciario y su horrible mezquindad, la génesis de la vida era autopoiética: las ciudades que ahora se muestran “el casco antigüo” (todo lo demás es lo mismo en todas las ciudades) son por génesis autopoiética, no por planificación; Bach compuso por sí mismo, no lo había planificado. Cuando salió “El nombre de la rosa” tuve una leve discusión con un profesor en la universidad: él había escrito rotundamente su crítica: “Éstos best-sellers prefabricados….” comenzaba: de ahí no pasó, porque publicada la crítica, le indague públicamente el porqué si eran prefabricados el no los prefabricaba: vuelva usted en septiembre, y para variar me llamaron facha.

Mientras la vida agrícola fue la esencia la vida se abrió paso, a creatividad y belleza: desde la aparición del capital fiduciario la exigencia del control es apabullante y se magnifica a la vez que se glorifica a sí misma: el control del comunismo es una niñería al lado de lo que padecemos hoy: controlan no sólo el dinero total, el vuestro también, hasta lo que lleváis en el bolsillo; controlan la educación, entrometiéndose en las casas y domesticando a las familias: si antes había malos tratos de algún tipo en el pueblo, en el barrio, se sabía, y el circulo inmediato ponía orden: no había la cantidad de casos que hay ahora. Se entrometen en las casas dando la orden sobre la educación con lo cual pasa a ser domesticación, por estabulación; se entrometen en la sexualidad interpersonas y hasta en la personal: dando las normas de actuación en semejantes avatares, a riesgo de que te quedes aislado socialmente: cada vez somos más los aislados socialmente; y no por depravados sino por no acatar ordenes en intimidad.

Todo el fragor del comunismo no es sino la antesala del mundo actual: el control es total y absoluto: sobre la vida y la muerte, que no podrás morir en tu casa de viejo, te eutanasiarán por decreto “es por tu bien” y saldrás de fiesta adecuadamente borracho y drogado en la medida que te suministremos, los días que nosotros te señalemos y permitamos, y en la manera en que  digamos y en la forma que establezcamos: y cada vez más ridículas las borracheras; cada vez más enfangado el ritmo social: cada vez la gente más confusa.

Todo está controlado, hasta la jerarquía del catolicismo está colaborando, y cada vez es mayor la insatisfacción, la amargura y la soledad: el pueblo Español no aguantará mucho más, porque sabe en su esencia que esta animalada no puede prevalecer, y las personas necesitan soledades no  controladas ni consignas ni ordenes de autoayuda para vivir: hasta la soledad la estabulan, hasta el abandono ha de ser controlado: esto no se aguanta, y más controlan, a peor vamos: en su defensa acérrima del capital fiduciario han olvidado que cada persona es única, y tratando a todos como masa cuela con cuatro, y cada vez menos, y lo de la esclavitud aberrante disfrazada de buenismo tampoco cuela: la libertad se ha ocultado y hay que volver a conquistarla, que no queremos dinero, queremos riqueza, que tan sólo es el control sobre nuestra vida y nuestros errores, con todo el culmen de la naturaleza humana, y desarrollarnos en nuestra propia cultura: pues nada, a borraros hasta las señas de identidad, no vayáis por donde no queremos, y esto revienta, por todas partes.

Zhivago se rodó en Navarra proféticamente; no está muerto: está tomando cañas, y esto no llegará a buen fin porque han quitado a la gente su propia decisión en su propia vida.

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