viernes, 25 de julio de 2014

Ad sancti Iacobii limina peregrinatio

Impostando la voz, las solteronas se dirigen a los niños en una farfolla que pretende ser de empatía: aberrante. Con tal infantilismo se dilucida todo en España hoy, con los autoproclamados líderes poniendo cara de lo que pretenden decir, y jugando como niñas repipis ante el espejo para creerse el papel que pretenden jugar, y no se dan cuenta de que ya no cuela la falacia, no cuela la estupidez, no son niñas, y todo es ridículo: como entre ellos se jalean, no se dan cuenta de que ante todos los demás están en evidencia; la gente calla, temerosa del poder que detentan, usurpan y saquean, pero cada vez callan menos y cada vez son mas ridículos vestidos de pomposos en su banalidad; nada nuevo, Apóstol, ya dictamina el Evangelio
¡Ay de los que meditan maldades, traman iniquidades en sus camas; al amanecer las cumplen, porque tienen el poder!
Codician los campos y los roban, las casas, y se apoderan de ellas; oprimen al hombre y a su casa, al varón y a sus posesiones.
Y todo el constructo social fundamentado en el infantilismo más absurdo: todo se malicia en condiciones de infantilismo; si llevas el juego a madurez se soliviantan: si pueden, me matarán. Infantilismo, de “y tu mas” y de poner caras de dignidades ofendidas, y de sobreactuar en sus sonrisas y simpatías, algo pluscuamridículo; infantilismo de niños que quieren chillar, y reprochan frases como ofensas cuando desconocen el significado de las palabras; infantilismo al ser pillados en falta y señalar al contrario, sin ni siquiera querer hablar del asunto; infantilismo de negarse la realidad escondiéndose en lo mal que lo hace el otro: la viga, la paja y el ojo. Infantilismo que se esconde y fomenta la soberbia absoluta de la absoluta falta de formación y educación.
Y la envidia planeando en toda relación, la codicia dominando la república, la maledicencia como dicterio, el mal como ley suprema.
La sombra del diablo oscurece el mundo; las babas de Lucifer han anegado España.
Puesta en evidencia la falacia del régimen tardofranquista al sustituir al ilegítimo Borbón por otro, como si sirvieran de algo, se ha visto con absoluta claridad como los partidos antimonárquicos que reivindican una república imaginaria, de unicornios y enanitos en los bosques, son los alborotadores del régimen para que todo siga igual, haciendo creer a la gente que su afán republicano es cierto mientras asean sus cuentas corrientes a la sombra del Borbón ilegítimo; bandera falsa, todo estatuido bajo una bandera falsa: se dicen ecologistas mientras destruyen la naturaleza, y ciegan toda posibilidad de sustento a la gente; se dicen defensores del autoabastecimiento mientras anegan toda posibilidad de autoconsumo a la persona, cortando, literalmente, el acceso a una huerta que puede dar de sí un leve soplo de bienestar a una familia: véase Buñol, véase España entera: toda creatividad y autonomía, independencia personal, es perseguida, pues todos debemos actuar conforme a los dicterios de la moda, y dificultan hasta la imposibilidad el apartarse del sistema, hediondo y nauseabundo; usan el ecologismo como bandera para forzar una recalificación urbana y llenar España de barrios con ínfulas de Manhattan y realidades oprobiosas de barrios feos y sumisión a supermercados y multinacionales de productos prefabricados ¡con etiqueta de naturales y buenos para la salud! y todos a bailar el ritmo que les marcan: no asumir la realidad, sino esconderla en un magma de feísmo, horror e impudicia: es buena la naturaleza, por eso la destruimos para poder rehacerla y enseñaros la naturaleza tal cual nos queremos creer que es, y van destrozando España; el capitalismo es malo: por eso liberalizamos todo entregándolo a la codicia; tu cuerpo es tuyo, por eso se entrega a la impudicia y a la pedofilia toda relación en un magma de obscenidad saturada de mecánica y concepción industrial: el amor como producto de fábrica, que aberración.
Los primeros que salen comprueban con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.




Y aunque García Lorca ya profetizó el horror del industrialismo y la obsesión de la modernidad como enorme error, caigamos en ello: en nombre de la codicia, mientras “reivindican” a García Lorca no por su obra ni por su persona, sino por una idea preconcebida de él: por supuesto, sin haberlo leído jamás. Porque denominan “cultura” a la difusión y absorción de consignas emanadas de un magma profuso de iniquidad, y en ese vacío de medias verdades –más falsedad que en mentiras ciertas- generan una incultura que destruye todo hecho cultural en nombre de “la cultura” que se fundamenta en difusión y grandes pompas de vacuidades y apariencias: si se habla de un escritor, nunca lo han leído “no tienen tiempo” o si de música, apenas reconocen más allá de ritmos facilones y soniquetes simplones; y todo discurso es una ampulosidad banal que nada dice ni nada proclama: si no sabes de lo que hablas, lo llenas de neopalabros: la pedantería, a través de neolingüa, intenta generar un sistema de “nuevas conciencias” cuando enmascaran al egoísmo, a la soberbia, a la infamia, a la vanidad, a la manipulación, a la mentira: ”quiérete a ti misma” “mi cuerpo es mío” “autoestima” y luego ya las derivaciones de la “energía” del universo y la ramplonería de la “inteligencia emocional” que las concentra estúpidamente en un sistema de cursilerías banales alrededor de la naturaleza, con lo cual sólo se ve que en vez de formar parte de ella se encuentran superiores: la soberbia emanada de esta nueva “teología de la vegetación” sólo genera estupidez, que justifica el haber empobrecido a la gente a base de hacerlos creer ricos y llenarlos de coches, posesiones y títulos de la nada, valores imposibles y apariencia banal de escayola y ruindad: el hombre ha abandonado la tierra, los pueblos y manantiales, y así se pierde la vida, se pierde todo.
Y el último beneficio es la vacuidad de la propia vida: todos sublimados en el nivel de menor inteligencia posible, de menor formación cultural posible, de menor fundamento cultural, de menor sensibilidad artística, nula apreciación musical y total ausencia de educación amparada bajo un sistema de formalismos sociales a los que llaman educación. Lo más acerado de esta denominada educación es la hipocresía.
Y se quedan tan orondos.
Lo avanzó Scott en Blade runner, Carpenter en Escape de Nueva York, Gillian en Brazil.
Porque la obsesión de la modernidad, ya sin justificación en marxismos ni comunismos de ningún tipo, se fundamenta en la moda: y la moda es la sumisión al dicterio de la propaganda de la industria, y visten como les mandan, y viven como les dicen, actúan según personajes de ficciones aberrantes queriendo estar en un “ultima moda” permanente y eterno, sin ningún avance ni personal ni social, y cada día el infantilismo se hace más apabullante, más ridículo, más cruel.
España en almoneda bajo la hégira soez y cruel de un Reich enmascarado, con la hez política creyéndose los guardianes del campo de concentración, y tan sólo siendo los delatores de los españoles, presos en campos de exterminio económico sustentados en lo financiero y agobiados por la pobreza; los españoles exangües por exanguinación a base de impuestos legales: que son saqueos reales; en la miseria al haber sembrado de sal los campos, haber eliminado la industria “modernizandola” y entregándola a las corporaciones de la plutocracia; modernizando la agricultura y ganadería para que no produzca nada “por nuestra salud” porque el consumo ha de estar protegido, y nadie puede ya criar un cerdo, nadie tiene gallinas; la pesca, dependiente de la “generosidad” del pérfido sarraceno que nos enfanga hasta la invasión de pateras con tropa de inundación; y las enfermedades del hambre se juntan con las que provienen de la miseria y nos llevan a la nada, dejando a los inmigrados en una posición de absoluto desamparo que a nada bueno conduce, y a los españoles cada día más degradados, mas pobres, mas enfermos: ha vuelto el raquitismo a España, con la lepra y otras enfermedades que ahora, cambiándoles el nombre, se harán de nuevas; como se hacen de nuevas ante una crisis fiduciaria que es más que visible que ha sido provocada para domeñar espíritus y doblegar voluntades, insuflar miedo y recelo en la gente al punto de que se instala la soledad en un pueblo que compartía toda cuita en casinos e iglesias, mercados y lavaderos, y nadie nunca se quedaba aislado: ahora la soledad es ley, y la amargura se ha instalado cubriéndolo todo, como la lava.
Apóstol Santiago: Cierra España.





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