Como una oración

Me ha increpado una pareja joven con un niño en el metro “debe ganar el Alinghi” claro, debe ganar. Mi gorra de Nueva Zelanda la han tomado como traición: muchas miradas lo atestiguan. La gorra empieza a ser bandera sobre todo en el puerto copa América; ha costado, pero la gente de Valencia ha tomado partido por la copa América: no es ajeno a esto Ecclestone; la sinergia producida por las regatas trae la formula uno, y si los cenizos y gafes no lo impiden vendrán más cosas; la ecuación es simple: se han pasado mucho tiempo denostando los “yates” de los ricos; la misma gente que se levanta a cualquier hora a ver formula uno en tv; cuando han visto que podían tenerla aqui se impone el rigor de la ecuación en las cabezas: “si a mi me gusta la formula uno y no soy facha, las regatas no son fachas”
Lo cual demuestra que la gente no es tan tonta como a veces nos hace creer, y demuestra el trasnochado mensaje de los progres (me temo que estos ya no tienen “mensaje” como mucho, “recao”)
Mi gorra del Team New Zealand es por dos razones: una, es la mejor para peregrinar; dos es impermeable, tres: me causa admiración que haya patriotas aun, aunque sean patriotas de Nueva Zelanda.
Va a ganar el Alinghi, Valencia lo agradecerá; la gente empieza a desear que gane Alinghi y jalean ya su victoria, es la formulación de un deseo, para hacer de ello un deseo colectivo, es un rezo: piden a Dios que gane Alinghi; piden que todos recemos por ello, aunque no lo saben, están elevando sus oraciones, somos así de humanos, así de ateos, así de multicultis.

Elevan sus oraciones, del modo que los quinceañeros recitan poesías frente a una pared, rezan, esperando el sol y esperando el día, no lo saben pero todos entonan el ave Maria.