Una canción de amor

Si alguna vez te quedaste como un tonto tras la puerta sin ser capaz de asumir la humillación y ni siquiera fuiste consciente hasta mucho tiempo pasado entonces es que ya penetraste el arcano; pero cuidado, no todos llegamos hasta el final, porque las verdades inmutables que a la juventud temprana se establecen siempre se quedan temblando ante la realidad, que nunca lo es, sino una ficción establecida, aunque tu crees que la has establecido a dos voces no es sino una invención propia a una voz resonante en tu cabeza ahuecada por la inherente estupidez (bendita estupidez) y tu estado de beatitud infinita no es sino una ficción de la cual el aterrizaje no existe, ni siquiera forzoso: acabó en accidente, y el muerto eres tu.

Pero el tiempo pasa y vas queriendo creerte tu propia maduración y sobre todo te quieres creer la ajena: sin remisión otra vez tras la puerta la realidad te desahució. Es que nunca aprendes, hombre. Pero si algo te quedó claro a estas alturas de la vida, es que a ti lo que te gusta es el amor en sí mismo, y no necesitas objeto de proyección, tan solo quieres un cigarro y un café y saber que la existencia es lo que nos hace hombres y es divertido empezar a ver tras las vitrinas a la gente viviendo el pasar y enredas tu vida en una sucesión cotidiana de admiraciones y asombros y para cuando te das cuenta los símbolos en los que depositaste el recuerdo la semblanza o la consideración recibida o soñada se han convertido en los fetiches sobre los que disfrutas la vida con la mesa puesta en soledad y el café apoyado en blogs que te dan sensación de calidez y tu casa, los libros y las poesías ya son parte del bagaje personal incompartible y univoco y solitario y forman parte del placer de sentirse vivo sin persona a la que adorar ni ansia de buscar.

Y el tiempo deja de ser un río para que ella se lave el pelo, y asumes una soledad geek mas que confortable, y asumes que no solo habías caído sino que siempre eres susceptible de volver a caer y es cuando descubres las vacunas y los paliativos, y sabes que las canciones y las poesías los libros y lo estudiado no por sabido menos atractivo se ha convertido en tu oración centrante que te acerca a la lección divina; y te das cuenta de que en tu afán por entender el asunto y tu propia concepción innata del amor te has pasado la vida yendo y viniendo del infierno sin ser Dante , como un simple Orfeo negro a rescatar de la ignominia para transportar al cielo a quien no quería ser transportado, que tu vida era un juego pero la estolidez del fuego del infierno que creías que apenas te había quemado te había atrapado, subsumido y derrotado, y cada mañana debías entonar tus canticos para poder asistir la salida del sol, dando gracias a cada día por serlo y al sol por amanecer.

Y es por esto que desde un día en la Galaxia amanece.