Es carnaval, y cuando pase el martes Orfeo negro subirá a la montaña de escombros a conjurar el sol nacer con música de Armstrong que celebra el mardi gras; vienen fallas, y es tiempo de sacar los pecados a la calle: tan solo para poder hacerlos arder mejor y a la vista de todos: quémense mis pecados en la calle, véanlo mis vecinos, empecemos de cero, sin faltas ni cargas, adelante; es carnaval, y ya sabemos que para saberlo la apariencia de hedonismo nos enseña la cara del infierno y la presencia del diablo, y si bajas al infierno no olvides el billete de vuelta que no eres Dante, no sea que olvides el camino de vuelta a casa, que suele ser largo; es carnaval para buscar a la mujer tras la máscara, aunque todas ellas la llevan tan adherida que desconocen el límite entre la mujer y su imagen; es carnaval: despójate de tu imagen y tu mascara y sé una persona por ti misma, aprende la puerta de la boca del infierno, aprende qué eres sin afeites ni cosmética; atrévete y como manda el catolicismo despójate de tu elaborada imagen de ti mismo y se tu mismo, y entonaras entonces cantos a la humildad.
El carnaval preludia las fallas; como buen producto católico, el carnaval impone su cadencia al ritmo de la gente; como buen producto católico, desconcierta a los abonados a las fiestas porque sí desde un relativismo basado en agarrar con hilos teorías que descartan que el catolicismo exista; su problema es la ignorancia, son hijos predilectos del pecado original y en su infierno tibio y relativo se abrasan de aburrimiento sin compasión; pro su capacidad de hacer daño la mantienen intacta, eso si.
Es carnaval, fiesta católica, y la carnalidad manda en los criterios, carnalidad que al no haber sido previamente asumida es letal de aburrimiento: se emparejan por criterios inicuos producto de alguna moda elevada a rango de doctrina: ni ligan, ni joden, ni disfrutan ni aman; ni comprenden que hacen, ni entienden el disfraz ni asumen sus instintos, tan deleznables por otra parte.
Es carnaval y la luz es fallera, la noche se queda impoluta pero la lucidez de ser ajeno se impone: yo no soy como esos, yo sí se porqué es carnaval ¿podrían ellos decir lo mismo? Son ineptos sociales bailando a ritmo de si mismos adorándose como becerros en ganaderías auto selectivas y por supuesto nada excluyentes, el carnaval es tan solo otra excusa para santificar las fiestas, aunque sea de noche y creyéndose que son selectivos a la hora de elegir pareja de baile.
Pero es carnaval, ya no importa quien seas, porque como acabas de descubrir, ni siquiera eres tu, que vives la vida de otro.
4 comentarios:
Ignacio lo siento pero dentro de mi ignorancia he pulsado un boton que te pone bajo sospecha. Ha sido un fallo. La unica sospecha que teneis que estar bajo es la del placer que nos proporcionais todos los dias tanto tu como otros bloggers. Seguid asi pues sois insustituibles como alimento intelectual. Gracias.
Lo de aragón liberal es cortesía tuya supongo. Gracias.
'A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro' (G. K. Chesterton).
Me llevo algunas frases de este post....
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