lunes, 16 de marzo de 2009

Son las aguas de marzo, pasando al verano

Con las fallas en marzo se preludia el verano

(en el bar hay paella: echa el arroz a mano)

con piernas rotundas que desafían la noche,

y turgencias bambolean, apuntando a la luna feroz.

acabada la paella, siga la conversación:

nadie se despista, no quitan atención

del momento adecuado, y la cabeza girada

directamente al cielo: elevando la mirada

a los castillos en su definición armilar

del universo ensimismado, de la realidad celestial.

Con vestidos impecables y piernas ya a la vista

(vayámoslas contando: nunca se sabe cuantas)

y nalgas que exigen conjuros por dejar de mirarlas.

Pregona la noche los desprecios del día

y las copas vacían lo que la apariencia no decía:

babeantes los babosos, rijosos los lujurientos

Impecable La Galaxia ¡por favor! ¡un respeto!

que uno ya es de estirpe, que uno ya es certero,

y no dispara a lo que salga, que si apunta cae: cierto.

Que se elevan alto las fallas, las luces refulgen

y el cielo toma su forma con los castillos sinodales

en geometrías perfectas, de no ser por imposibles

y dotan al cielo de un rigor escénico: la forma del universo

está en un castillo, de noche, en Valencia;

con cáveas y túneles, gusanos e infiernos

a un ritmo anticuado: de los que gustan a Terzio.

Rigodones y valses: el jazz queda lejos

aunque el rock se insinúa en algunos momentos.

Y la gente camina, baila, bebe, y dispara

petardos, que son la gloria del perfume exhalado.

aunque los haya que no saben de petardos ni glorias

ni sepan la historia del rigor implantado

en muñecos efímeros de arte ensalzado

en rigores de fuego, en filigranas a mano

detalles divertidos, imposibles, deformados

arte en estado puro: el de verdad, no lo colegiado

a golpe de subvención, arte, del pueblo, humano

al son de las bandas:

(los músicos ya van borrachos)

y la huesa escondida en los muros colegiados.

La Virgen, como Dios manda, la noche la pasa al raso

como todos los valencianos (algunos un poco más borrachos)

y las falleras le ofrendan: precioso, dicho sea de paso.

La gente pasa, vive se alegra:

es la consagración de la solidez fallera.

es la condición del ser en la tierra, de la obra y faena

del esfuerzo de bandas, cohetes y falleros.

De siglos de alarde, de alegría plena

y ahora callemos: habla la fallera:

Silencio rotundo: la mascletá empieza.

1 comentario:

o s a k a dijo...

me ha encantado

n a c o
pimpampum