viernes, 29 de septiembre de 2006

Ad hominem argumenta


Nunca es un proceso consciente hasta que han pasado los suficientes años; pero en algun momento toda persona elige si se enfrenta, o se somete. Suele ser un proceso infantil y casi siempre asociado a cosas que con el tiempo vemos nimias: las vemos nimias, pero son las únicas importantes: condicionan toda la vida de una persona. En el caso de maltratados, es algo lacerante: demos unos años: que lamentablemente veremos las consecuencias de las funestas leyes españolas.

Cuando te enfrentas, te llevas una paliza, o un desprecio grupal, o un maltrato familiar o social, a veces no tiene razon el maltrato, a veces es una niñez, es dificil de predecir y detectar: sólo lo sabe cada uno, y siempre que cada uno no tenga demasiado desarrollada la tendencia de engañarse a sí mismo.

Porque el problema es ese: nos engañamos a nosotros mismos, a veces muy duramente: nos elaboramos una imagen de nosotros y la vamos adecuando a los diversos avatares que nos van sucediendo; si conseguimos en un momento de lucidez (que no son tantos) darnos cuenta de que hemos vivido nuestra ficción y no la vida el avance es infinito: a partir de ése momento estamos realmente liberados (de la esclavitud más dura, la de nosotros mismos) y entonces somos ciertamente libres. El precio de la vida es la propia vida.

Conocemos todos a esclavos de si mismos: lo mas evidente es el vestir. No solo la ropa, sino toda la cosmética de la que adornan su vida. No son medicos, o profesores, o arquitectos o ingenieros o intelectuales. Han elaborado un constructo imaginario de como es el metapersonaje y se adecuan a él; se encajan en el traje que se han inventado para sí mismos de la misma manera que hacen que el traje se les adecue.

Así, a poco que penseis no piensan nunca que hacen, o que les apetece hacer: sólo piensan en si lo que quieren hacer, lo que hacen o lo que les apetece encaja en su imagen idealizada , o en como encajarlo en ello. Cuando algo les desencaja, hablan de stress, de no tengo tiempo, estoy muy ocupado o estoy trabajando: son excusas mentales para no enfrentarse a ellos mismos realmente.

Son vidas marcadas por el miedo, el peor de los miedos, el que no se conoce ni se racionaliza.

Porque temen verse desnudos, no siendo nadie: siendo lo que son, simplemente uno más.Simplemente alguien que aprobó una serie de trabas vitales, alcanzó o postuló para un orden social o personal, o económico, y nada más; saben de su vacio y de su pequeñez: por eso lo disfrazan de grandeza.

¿o debería decir disfrazamos?

Buscamos la gloria escribiendo cosas que al verlas publicadas a veces nos aberran: por su falta de sentido, por su pequeñez, por su "normalidad" cuando nos encontramos maravillosos al pensarlas.

Hay un paso mas: los que no se liberan así, sino que se crecen en su leyenda propia y cada día se encuentran más maravillosos. A cada cosa que hacen se descubren a sí mismos en su maravillosidad; se asombran de su grandeza y están encantados de haberse conocido a sí mismo.

"...que cosas las que dice, que cosas las que cuenta

que manera de afeitarse ¡Delante del espejo!"

Estamos hablando todo el rato de la soberbia: las cosas existen a partir del momento en que yo decido que existen, y en la medida en que yo defino su existencia: encuentro a todo solución y a todo explicación; todo lo arreglo, y sé la verdad sobre todas las cosas (...si me hicieran caso a mi...) y emperrados en esa certeza, la gente solemos tomarlos por referentes, suelen ser los más respetados. Se adoran, son dioses de sí mismos.

Metarazonamiento: ¿porqué pensamos que hablamos de otros?¿estamos exentos de tal actitud?

O es que nos hemos encajado en el papel de estar "por encima" o "haber superado" esa fase ¿seguro que no soy asi?

Si nos hemos despojado de tal mundanidad, somos libres: como una secta de novela buena, nos reconoceremos entre nosotros aunque haya multitudes.

Tambien podemos disfrazarnos de metamundanos, y esa será nuestra cosmética. Seguiremos engañándonos.

Tal engaño es producto del miedo, miedo que disfrazamos siempre de manías, de perversiones, de actitudes, de militancias, de rutinas o de exclusiones.

Y para crecer y recrecer nuestra leyenda personal encajamos siempre la realidad a nuestro corsé: las cosas son en la medida que las definimos: si algo no lo entendemos nos perturba profundamente: nunca la cosa en sí sino que no encaja en nuestro universo elaborado y consentido.

Lo que no nos encaja, o nos reafirma, o no se adecua a nosotros si no podemos ahormarlo a nuestro deseo, lo destruimos: siempre de manera lo mas cruel posible, pero siempre que no parezca ni se note nuestra mano.

Actuamos por miedo. No hay limpieza en ese tipo de actitudes vitales: cuando nuestra leyenda se destroza, lo inmediato es no reconocerlo: se busca culpable; siempre el más próximo, y el más debil: destrozaremos lo que sea para justificarnos ante nosotros mismos.

La realidad se ha de encajar en nuestro constructo; sino, está equivocada.

Como toda esta percepción de uno mismo es una falacia y se basa en la propia apreciación benevolente de la persona ("la autoestima", en cursi) tiene unos cimientos de una increible estolidez: la envidia, y una proyección social: el odio.

Entra entonces la destrucción: todo empieza a partir de que yo lo reconozco, todo existe cuando yo lo nombro: sólo existe lo que decido. Y además, para eso tengo el idioma: cambio el nombre a las cosas y significan lo que yo quiero que signifiquen: si dejo abierto el significado, lo adecuo a lo que yo quiero que sea. Y siempre bajo una apariencia de excelsa corrección: no valen palabrotas, todo ha de ser muy suave y muy "positivo" y claro, "con una sonrisa" de tal manera se elabora el lenguaje políticamente correcto: tan solo es cambiarle el nombre a las cosas y darles un significante lo suficientemente abierto para ser manipulable; la segunda fase es anatemizar a los que usan las palabras correctas: cualquier insulto es válido.

El ejemplo: "matrimonio clasico" así se genera la expectativa de un "matrimonio moderno" añadiendo un simple adjetivo se vacía de contenido una palabra para conseguir que la realidad se adecue a lo que yo quiero que sea, no a lo que es.

Otro : "Democracia" significa que el que no reconozca como verdad inmutable lo que yo digo no es demócrata. Me encomiendo a una entidad superior y lo suficientemente incontestable como para lanzar frases rotundas y anatemizar a todo aquel que ose discutirme: en mi cabeza funciona; me evito el tener que pensar en lo que me digan: "es un facha" y se acabó, no hay más que pensar.

Chiste: "¿tu eres demócrata?" no, yo soy de Buñol.

Cuando hay una duda o una insolvencia, cuando hay que tragar con algo infumable siempre se hace en aras de una instancia superior: por la democracia, por España, por la nación, por el bien del partido: ejemplos de eso, el Stalinismo.

Esto que llevo tanto escrito no va referido a "el pueblo" ni a entelequias extrañas. Hablo de como piensan las personas con su bagaje; hablo de la sociedad inmediata y mediata que tenemos que sufrir y gozar cada día, hablo de mi, de todos. Hablo de la persona frente a sí misma, no de ningun colectivo.

Entonces, cuando estás tan convencido de tu verdad que consideras la obligación de imponerla como imperativo categórico, no te importa matar ni destruir en aras de salirte con la tuya: tan solo te estas justificando ante ti mismo.

Nadie asume la realidad.

Si verdaderamente has superado esa fase de inmadurez, "comprendes" algunas (no todas) situaciones y actitudes; tienes a ser benevolente; tiendes a justificar comportamientos: como sé su origen profundo, se de donde viene.

Es un error. La comprension no exime al mal. Lo acentúa.

Hay que compadecer al malo, pero encarcelarlo. Mejor compadecerlo despues de encarcelado.

Hay otra máscara de apariencia social también letal: la indolencia. Es el mismo mecanismo pero disfrazado de una "infantil inocencia" . Es muy simple: "buerno yo esto nunca me lo he tomado en serio" "para mi esto es un juego" etc.

Tan solo es un escudo ante uno mismo para no reconocerse el fracaso y la decepción.

La sumisión es el miedo; si no te enfrentas siempre eres sumiso, y eres el mal.

2 comentarios:

Ignacio dijo...

La imagen es de Bibliodissey

Mar dijo...

Ignacio. Me ha gustado mucho, el qué y el cómo. Voy a imprimirlo en papel y volver a leerlo. Gracias por haber sabido exponer de forma sencilla y clara pensamientos compartidos. Me has emocionado.