domingo, 9 de julio de 2006

Viene la canícula

Ya me parece desconsiderado hacia mí mismo la situación como se viene planteando. Que la demagogia progre haría de trolls era de esperar, que me rebajara a hablar como ellos no; y no lo haré.

Toda la blogosfera está sucumbiendo a la provocación: cuando ya se habían quedado sin que les hiciera caso nadie con el cuento de la guerra de Iraq; y además pasó lo que pasó, se olvidaron de que han aparecido las armas de destrucción masiva; con el prestige se les acabó pronto: el incendio de Guadalajara los desarmó para los restos; lo del yak 42 la realidad puso al imbécil de Bono y a todos los voceros frente a la realidad, que no acaban de asumir.

Pero siguen, no buscando un sistema teleológico propio, sino las maneras de desmontar los que funcionan; es el odio en estado puro.

Claro, la iglesia y los católicos llevan siglos aguantando, que sigan haciéndolo: como lo de la inquisición no saben ni de que va, ahora intentan difamar al Papa, a todos los católicos, con los argumentos más ridículos: sean económicos, sean los que sean. No soportan que esa gente sean católicos, sean felices, quieran a sus mujeres y a sus hijos, vivan bien, y cuando quieran, quieran de verdad.

Y además, lo he visto yo, las mujeres más guapas y las tías más buenas estaban esta mañana en la misa.

Eso si, buscarán todas las maneras de intentar desprestigiar e irritar a los católicos, despreciar o hundirlo, pero no pueden, ni podrán jamás. Sólo son gente digna de pena y conmiseración por su miserable vida, guiada exclusivamente por la amargura, y el dolor.

Pero han, hemos picado en esa trampa algunos en la blogosfera. Yo personalmente me niego a entrar a discutir esas bajezas y a hablar con gente tan baja; ni siquiera a volver a argumentar nada con ellos.

Si baja el nivel en la blogosfera, no seré yo el que lo baje; si ellos quieren entrar a hablar , que suban su nivel. Pero van consiguiendo que muchos se bajen de nivel para poder hablar con ellos: y ése es su triunfo. Yo a la mía , nosotros a la nuestra; el que venga de buena voluntad bienvenido sea, y a los demás, bastante desgracia tienen con adorar a humanoides despreciables y seguir consignas vacuas de memeces variables dictadas por incompetentes.

Que se apañen, tenemos la obligación de elevar nuestra cultura, no de rebajarla.

Así que todos a trabajar, a ser mejores, a pagar las deudas y a vivir bien; para la amargura ya están ellos.


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