martes, 11 de julio de 2006

Invención a dos voces

El Reichstag de nombre transmutado plantea un interesante tema: clases y castas.

Nada que decir respecto al análisis que hace.

La reflexión es sobre la metodología: a partir de la execrable moda del materialismo histórico, la simplificación narrativa en la historia es demasiado deplorable: todo sucede por oposición; de manera que poco resquicio queda a la ventura. Y si no se sabe a que se opone algo, o contra que va algo, se echa mano del argumento económico, “y palante”; al final no es tanto saber que las cosas suceden, ni porque suceden, ni donde ni cuando, sino contra quien van.

Y de este modo se inaugura la historia de la enemistad: cualquier cosa necesita un contrario para suceder.

Con lo cual el neolítico se nos va de las manos.

Y si no existe el contrario, o no sabemos cual es, lo inventamos, lo dotamos de apariencia maligna, y apañada la tesis.

¿y como ha colado esta manera de análisis?

Porque es la estructura mas simple para poder elaborar cualquier relato de cualquier tema.

A partir de la ilustración, el cientifismo empieza a abrirse paso: de este modo la taxonomía se aplica a la gente, a la historia, al tiempo y a todo, siendo un rango de conocimiento nada fácil de incardinar en todas partes, pero muy aparentemente serio.

Entonces, si tenemos jerarquizado cualquier tema, debidamente seriado, y con los criterios de oposición entre los términos debidamente definidos, la historia nos cuaja sola, nos encaja como un guante, a pesar de la realidad.



2 comentarios:

Eduardo Zugasti dijo...

Marvin Harris tiene una crítica muy aguda de la dialéctica en "El desarrollo de la teoría antropológica".

Gustavo Bueno, desde el "materialismo filosófico" aún se consideraba materialista y marxista (aunque también platónico y tomista...) pero la revisión crítica que hace del marxismo es muy profunda. De aquí surgió una polémica con Bautista Fuentes sobre, parafraseando a Wilde, "la importancia de llamarse marxista". Pero en fín, no me quiero perder por estos caminos ahora.

No se trata de ciencia, o de la maldad del "cientificismo" que denunció Foucault (refiriéndose sobre todo a las llamadas ciencias humanas). Lo malo del materialismo histórico marxiano, y del materialismo dialéctico es que NO son ciencias, no sirven para explicar lo que pasa: la realidad, esa señora tan desagradable (Schopenhauer). No son ciencias, son construcciones dogmáticas, y hasta cierto punto bastante arbitrarias. Engels rechazaba la entropía porque le parecía "burguesa". Lysenko defendió la ley de la herencia de caracteres, frente a las verdaderas evidencias biológicas, por los mismos motivos. Es el mismo motivo dogmático por el que en EEUU los protestantes y la derecha religiosa rechazan ahora el darwinismo.

Saludos.

Ignacio dijo...

Esa es la clave
NO es ciencia.l
y todo es tratado así.
Lo cual sirve como adoctrinamiento y propaganda Y NADA MAS