Time. What’s time

Deckard despierta y sale a tomar algo por Los Ángeles, ciudad en llamas, oscura y húmeda, eternamente nocturna; le buscan y va, sin mayor rango ceremonial, apenas pregunta ni se resiste: el secreto es el unicornio.

Estrenaron Blade Runner y fue denostada por toda la progresía valenciana: los mismos que la segunda vez que se estrenó la alabaron. Deckard come algo con el chino como yo, con el turco; Deckard está ya agotado, y aparentemente indolente como quien espera que las cosas sucedan, como quien tiene miedo de reclamar, como España hoy; entonces practicar kárate era de fachas y ahora es todo de fachas, con una polarización social aberrante pero con la esperanza de la gente en la libertad y la carencia de sumisión al sistema: Deckard va a la Tyrrell corporation y se enamora, de un bombón: apenas se inmuta con Daryl Hannah, que es un replicante furción; ya no le llaman las mujeres en su apariencia sino simplemente el pájaro le lleva a la secretaria: el secreto es el unicornio, el secreto es que él siempre es fiel a sí mismo: no ha penetrado su propia hermenéutica pero sabe en su mayéutica que es lo que es: la progrez necesitó de un un nuevo estreno para poder valorar: yo, no; Deckard hace un nuevo comienzo, y la vida fluye, porque el destino nos aguarda pero está en nuestro interior: el gran éxito del cine de los ochenta es que son esencialmente católicos, tamizados por el oriente: que lo descubrieron los católicos: el I Ching lo trajeron y valoraron los jesuitas en su japonesización, como a Lao Tsé, como el código del Bushido, que es adorado por los ejecutivos cobardes como manual de negociación, cuando tan sólo es un manual de caballerosidad y honor: saber vivir, para saber morir, el código samurái, despojado de su exotismo no es sino un “manual del buen cristiano” y un código de combate; nada que ver con el uso que se le da: pero aquí escribas lo que escribas, cada cual lee lo que le da la gana: que le vamos a hacer, sólo escribo, no soy un gurú ni pretendo crear una secta ni acaudillar ejércitos en las sombras; la  Tyrrel corporation mandaba más que otra cosa: ahora tenemos a los partidos convertidos en corporaciones de interés económico mutuo y toda la estructura social se basa en corporaciones que les gustaría ser Tyrrell: manda más cualquier gran empresa que cualquier derecho, ley o ciudadano: por eso se opondrán a las listas abiertas: necesitan mantener a la corporación que se perpetua a si misma: mientras tanto la vida funciona al margen de la realidad que nos quieren imponer, marcándonos la fecha de nuestra muerte en calendarios burocráticos de alta infalibilidad, y aviesa intención, con absoluta carencia de inteligencia: time, what’s time? el tiempo es la medida de la paciencia, de la capacidad de soñar con mujeres electrizantes, el tiempo es un río en el que ella se lava el pelo, el tiempo es lo que deplora Roy Batti que le es negado; el tiempo es lo que nos hizo y constituye y nos hace regresar y a veces nos arroja al pasado como a Deckard a la calle a cenar algo con el chino en neolingua, como a meciendocunas que mañana va a pegarse con La Galaxia, desconociendo absolutamente la historia, desde su inocencia no sabe que los viejos saben siempre más, que el tiempo también nos hizo carne de combate, las cicatrices ya no duelen.

Técnica, táctica y estrategia son lo que define un combate: antes de empezar, ya sé que he ganado; siempre se  sabe, todo combate se sabe de antemano; lo sé yo, lo sabía Borges, lo sabía el heroico militante del Frente Popular de Judea que rinde al gladiador joven y sobradamente armado:

Yo no apostaría por meciendocunas.