Evidencias

Una:

Si con una simple jugada: quitar a Gallardón y su tibieza, y poner a un sr. que ha demostrado claridad y rotundidad, ha conseguido que el psoe perdiera los nervios, y que la gente de derechas (véase la blogosfera) se hayan entusiasmado hasta límites insospechados, quizá Rajoy debería darse cuenta de que en España (que es eso que está fuera de los círculos de amiguetes de Madrid) a la gente ya le da igual que les llamen fachas, machistas, retrógados, o lo que sea, porque tienen claro que son de derechas y no les molesta, y que un giro a la derecha le beneficia.

Si no se da cuenta de que la gente de derechas, es la que le está pidiendo que sea de derechas, déjense de centrismos, que eso ya huele mucho a pasteleo, y ale, a ser de derechas, neocon, liberal y otros términos que no pongo para que Pepiño no le dé un dolor de cabeza.

Que conforme se derechiza, más avanza en su ansia de tomar el poder. Que no tenga miedo: los que le han de votar son los que lo han pasado muy mal estos años, y adelante, le dicen bien claro.

Dos:

Vía Nueva eurabia La Galaxia le da al Papa lo que la universidad (que no la Sapienzia) le niega.

Y éste párrafo, es de antología. Enmárquelo en sus despachos todos los políticos que no tengan la Sapienzia de Pepiño para enmendarle la plana al Papa:

Si hay una gran esperanza, se puede perseverar en la sobriedad. Si falta la verdadera esperanza, se busca la felicidad en la embriaguez, en lo superfluo, en los excesos, y los hombres se arruinan a sí mismos y al mundo. La moderación no sólo es una regla ascética, sino también un camino de salvación para la humanidad.
Ya resulta evidente que sólo adoptando un estilo de vida sobrio, acompañado del serio compromiso por una distribución equitativa de las riquezas, será posible instaurar un orden de desarrollo justo y sostenible. Por esto, hacen falta hombres que alimenten una gran esperanza y posean por ello una gran valentía. La valentía de los Magos, que emprendieron un largo viaje siguiendo una estrella, y que supieron arrodillarse ante un Niño y ofrecerle sus dones preciosos. Todos necesitamos esta valentía, anclada en una firme esperanza.
Que nos la obtenga María, acompañándonos en nuestra peregrinación terrena con su protección materna. Amén.