lunes, 2 de julio de 2007

Envidia.

En el puerto de Valencia estaba este fin de semana(y la anterior, y la que viene) Gucci, Valentino, Ornella Mutti, no sé cuantos de Hollywood, de la moda europea, etc.
Bien: las radios hablan de la manifestación de degenerados, en la cual hay mucha gente en hospitales por consumo de éxtasis líquido. Si, la COPE también, hablan de eso.
Los cotillas, los que saben tanto de moda que dicen cómo debe vestir la gente, también hablan de eso, o de las petardas de gran hermano.
Si los grandes no vienen aquí, actuamos como si los que tenemos a mano fueran los grandes y negamos la existencia de los otros.

La envidia no se reconoce a sí misma; se esconde muy sabiamente. Se ningunea ignora y desprecia al otro, por envidia, se le obvia. Es envidia, se oculta, pero existe.
Es lo de la zorra y las uvas.
Uno de bcn me decía que “si fuera importante la copa América, se celebraría en bcn”
Eso, es envidia.

Es un amplio , infinito complejo de inferioridad, en la cual constantemente se ha de ser reconocido, siempre, como un niño al que hay que reir siempre las gracias, y no consiente que se mire a otro o se valore a otro siempre a el.
Si en los niños no hace gracia, con los mayores, es patético.

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