Ahora, todos sabemos mucho del diferencial de la deuda, de la economía, de estanflación: ahora, todos pontifican sobre temas económicos que escapan al avatar: ahora, resulta que todos analizan lo que una nación debe hacer como tal, ahora, todos apuntan a cambiar las líneas de movimientos económicos.
Todo el sistema va orientado a quedar bien en una sociedad inventada de economías imposibles: imposible, porque nada crece hasta el infinito. Imposible, porque nada tiene que ver con España. Imposible, porque es una economía fiduciaria y no basada en la riqueza: imposible, porque el grado de estulticia de toda la hez política sólo les da para aprobar exámenes, pero repetir dogmas como loros no te da la comprensión de esos dogmas: la capacidad de hablar no los hace inteligentes.
Perelman ha rechazado el dinero y las pompas inherentes a haber descifrado la conjetura de Poincaré; mantiene una vida frugal y modesta, tal cual era hasta la resolución del premio; en una de esas ha declarado que si ha comprendido la raíz del universo y toda su mecánica celestial un millón de dólares no le conmueve, razonamiento comprensible; una vez te has metido un palizón de estudiar largo y costoso, a veces estéril en España, pero seguro que clarificador y excitante cuando eres consciente de que avanzas, y avanzas, y llegas a una meta no dura o difícil, sino imposible e inesperada, el relajo de la tensión no te permite comprender la realidad inmediata, porque estás en otro juego: si ha vivido frugalmente y es consciente de que así ha vivido bien, y ha alcanzado logros de los que sólo el conoce su dimensión, no necesita más: aunque desde éste punto de vista él pueda mejorar sus condiciones de vida, desde el suyo las condiciones en las que vive son más que suficientes: todo el mundo se hace cruces de cómo vive y como debería vivir: es comprensible él, como lo son los ascetas, los monjes, los ermitaños, lo es la castidad y lo es la pobreza: aunque ahora todo esto deba ser denostado sistemáticamente mor de una religión por lo civil en la cual se adora al becerro de oro, pero sobre todo a los becerros, todo aquello que sea complejo o se aleje de la mediocridad semoviente es anatemizado: se puede comprender la enorme enfermedad mental de los veganos aprovechada por una secta infame, no se debe justificar a las monjitas.
Perelman debe vivir como un jeque árabe, porque “ha llegado“ a la meta, como si fuera una competición. Ha ganado un campeonato del mundo en las mentes de la gente, o algo así: champán y furcias, y una vida de disipación: nadie se cuestiona que quizá a ese sr le gusta su vida. Y a nadie se le ocurre respetarle, todos a acosarlo a cuenta de que no quiere ser acosado.
La comprensión de la mecánica cuántica y sus supercuerdas, la lucidez de entender la historia o el lengüaje no nos da dominio sobre ello, sólo nos da comprensión, y nada más, ni siquiera autoridad epistemológica: sólo comprensión; en el caso de Perelman demostrada, en los demás supuesta.
Cuando vio que ya conocía el funcionamiento del sistema en su complejidad Fraga exclamó “el estado me cabe en la cabeza” y ya que había “aprobado” la asignatura se ha pasado el resto de su vida exigiendo el dominio del estado, el premio a su esfuerzo, dedicación y entrega a la comprensión de una superestructura: da igual que sea aberrante o degenerada, sólo valora que él la comprende, y su ego le exige que debe “ascender” y ser el mandamás: comprender algo no te hace poseedor de ello, sólo de tu comprensión.
El magma de la confusión se ha adueñado de España, en manos de lo peor de la hez humana; se ven razonamientos ridículos que deberían avergonzar a los tontos de pueblo justificando unos nacionalisticismos paranoides que sólo sirven para engordar al sistema y a los aprovechados de él, y a gente en la oscuridad que seguro que las hay, más de las que parecen, aprovechando la coyuntura.
Lo que nadie oirá es que lo importante son las personas, una a una y en sí mismas; que si son las familias las que están cargando con el peso real de la crisis y la superestructura burocrática sólo es una rémora, lo que molesta es la superestructura y no las personas ni las familias; lo que nadie oirá es que el sistema ha de ser destruido para poder respirar las personas: luego, el que quiera decir tonterías, a su discernimiento, porque la situación en la que estamos no puede ser más ridícula: como lo importante es el progreso, la economía, la revolución o algo así, si las personas no están cómodas en este sistema, cámbiese a las personas: el estado es lo importante, no para quien está el estado. La revolución es lo importante, no las personas. Y se meten con quien se hace monje y da su vida a Dios, que realmente lo que hace es darla por los demás, aunque nadie sepa verlo, como nadie ve que aunque el camino de Santiago es católico, nadie peregrina por motivos religiosos, porque las cosas son lo que son y jamás serán lo que queramos que sean.
La verdad no lo es por decreto.
2 comentarios:
Es Precioso el escrito.
Gracias.
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