miércoles, 4 de mayo de 2011

Papa y periodistas católicos

Certificando que la excelencia está proscrita: la mediocridad excelsa es a lo más que aspiran; tristes tiempos. Las emisoras que retransmitieron las pompas santificiales de Juan Pablo II me agotaron de tanto comentar que Roma estaba “llena de peregrinos” lo cual, según yo, y Dante, es mentira.

Define Dante que los que van a Roma son Romeros, los que van a Santiago Peregrinos y los que van a Tierra Santa, Palmeros: pues nada, ellos han decidido dar el nombre a la cosa, y si quieres arroz, Catalina, por el culo te la hinco.

Una consideración debo hacer a Juan Pablo II: sabía el valor de un cura, cuando lo son, que no lo son todos. El cura del Cebreiro, por las razones que él tuviera, decidió estudiar la peregrinación a Santiago, empezó a estudiarlo, buscó las señales del pasado…y con una vespa en los ochenta, y un bote de pintura amarilla, el´sólo relanzó la peregrinación, que al principio por supuesto lo dieron por fracasado todos, pero la gente se echó a los montes, literalmente, y a fecha de hoy el constructo sobre los peregrinos es algo formidable: hecho con una vespa, un bote de pintura amarilla, fe, estudio y dedicación.

A este cura le apoyó Juan Pablo II cuando supo de sus afanes; a los peregrinos nos conforta: y si hay que reconocer el merito de un pobre cura, yo, encantado: y por eso el Camino de Santiago es el que sale desde Roncesvalles, porque hay que respetar el trabajo y el esfuerzo original de quien no queriendo inventar nada, renovó todo el sistema peregrinal europeo: no inventó nada, sólo puso flechas amarillas donde el Codex Calixtinus y la realidad le certificaban que iba por allí: en poco más de veinte años, es un referente mundial; y cuando se vio que era algo serio, por supuesto nadie le reconoció el esfuerzo y todos a inventar nuevos Caminos a Santiago, y nuevas teologías de lo banal, y nuevos de todo: a cada cual lo suyo y en reconocimiento a ese cura, el camino de Santiago va de Roncesvalles, a Santiago: lo certifico yo, lo certifica el cielo: tan sólo hay que esperar la noche y ver la vía láctea para llegar a Santiago; de día flechas amarillas.

1 comentario:

María dijo...

Ahora lo he entendido.