miércoles, 18 de mayo de 2011

Talante y tatrás.

En la oficina siniestra de La Codorniz los empleados llevaban visera y manguitos y trabajaban en el absurdo, con todo el ritual. Cambiaron las formas y modos en España, los cursis llevaban traje y corbata para confundirse con los poderosos y de ese modo se impuso como si fuera una manera razonable de vestir. Ahora, es un país de empleados. No agrícola, de sudorosa dignidad y esfuerzo, ni industrial de obreros con dignidad a tiempo parcial, ni creativo, con músicos de banda que hacen maravillas cuando saltan a la realidad: un país de Empleados engreídos y subsumido en su miseria cotidiana; porque no hay otra manera de ver a la hez política: tanto Rariano Majoy como José Luis Rodríguez “El puma” no son sino dos empleados de banca, cualificados que se creen más validos siempre de lo que realmente son, y que adulan, pelotean, y se denigran para halagar al jefe, siempre actuando para un público que en su paranoia creen real: empleados de poco lustre y menos luces; como el Gay Ardón que monta un espectáculo de centrismo y moderación juntando a Aznar y F. González para no se qué y así quedar de ser el conciliador del progresismo y la vanguardia de sí mismo: por delante, y por detrás.

Empleados, reales o ficticios, de Moody’s y Standar and Poor’s, empleados haciendo por quedar bien ante un jefe ficticio que acabarán materializándolo y aprovechando algún otro medrador esa materialización para sí mismo; empleados capaces de levantar la voz al débil, y aduladores hasta la nausea, pero nada mas: no son nada, no son nadie, y como todos los mediocres molestan, y nada crean.

Ahora creen que están “gestionando” la lógica algarada de la gente, y haciéndola “de izquierdas” cuando va a ser una explosión que nadie va a controlar y será cualquier cosa, menos de izquierdas ni controlada: que se olvidan que esta es la tierra del Cid, que le pidió al Rey que lo fuera y por eso lo tuvo que pasar mal: creen que lo gestionan y trampean por las “redes sociales” y creen que manipulando a los del afán de protagonismo controlaran la red y los efectos: que no es internet, que lo que revienta es la gente, ígnaros.

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