Demasiado ha durado ya la murga catastrofista: el temor del año mil ya no da para más: el malthusianismo no es que haya sido vencido, que no lo ha sido, sino que se ha muerto de su propia entropía. Las predicciones de fin de la humanidad ya no hacen ni gracia: si bien Malthus le vino bien a Marx para elaborar su constructo de odio y envidia y era difícilmente demostrable, si bien Darwin vino bien para justificar un anticristianismo del cual Darwin era totalmente ajeno, ni la teoría de las especies ha sido vinculante para el pensamiento destructivo, apenas conocida y esbozada, ni las memeces de Malthus se han sostenido con sus diversas variantes: que siguen, y siguen, y siguen, pero ya se han visto a sí mismas.
La multinacional tenebrosa greenpeace ha sido una herramienta de propaganda y financiación eficaz muy imitada por miles de organizaciones de enriquecimiento bajo las siglas ong; han demostrado no ser sino instrumentos de una facción económica, y nada más, y de paso han justificado fortunas insospechadas.
Cuando el pueblo soberano tiró abajo a patadas al muro de Berlín y al comunismo, en vez de una catarsis colectiva entraron en el odio y la ira del perdedor infame de película mala: traición y malicia, perfidia y ensidia. Era el momento en que el intelectual de la izquierda, Althusser, se reunía con el Ayatolá Jomeini en Paris porque era el símbolo de la lucha contra la opresión: el Sha de Persia fue derrotado, en nombre de esa evolución, ahora se ahorca a los maricones en Persia, y Althusser, verdadero héroe de la izquierda, por alguna razón que desconozco, en nombre del materialismo histórico le materializó un hachazo en la cabeza a su mujer que la mandó directamente a la historia: noticia que fue inmediatamente silenciada, y se pasó a hablar de otras cosas: al principio de cocina: todos los progres eran intelectuales preocupados por la cocina y expertos en cine: la palabrería con la que envolvían su absoluta inopia sobre arte era impresionante, aún perdura, y engañan a gente: los mismos que denostaron Blade Runner cuando se estrenó, y me dijeron facha (para variar) la ensalzaron cuando se volvió a estrenar, con la misma palabrería, y aún me quisieron dar lecciones: que peña: aunque ellos han triunfado, y escriben en los periódicos y cuando una película hace una secuela con una narración antequem dicen que es una “precuela” y se quedan tan orondos: desconocen el idioma, las palabras, pero se encuentran cultos: ¿se hacen películas por percolación? como no sean películas de inundaciones, no se yo.
El ecologismo se estableció como una nueva religión, además de una rotundidad asombrosa: la tierra lo es todo, la pangea y el todo, la tierra es Dios: yo debo salvar a la tierra, ergo, yo soy más que Dios: eso es lo que hay en todas esas cabezas y palabrería, y nada más.
Pero todos de cabeza a salvar al ecologismo a la tierra y a las especies en vías de ser objeto de películas de Disney (que de ahí sale el sentimentalismo del asunto) siempre diciendo una estupidez mayor, a ver quien la dice más gorda: a la gente la han convencido del vegetarianismo contra toda la teoría de la evolución que tanto defienden, a puntos en los que se han creado sectas que son letales y deberían ser investigadas, la han convencido de que su cuerpo es suyo excepto de ellos: su cuerpo es lo que ellos dicen que sea y siempre en esa medida, y la gente lo cree, fundamentándose en un odio visceral e incomprensible por ellos mismos a su propia cultura, a su religión: no es que no sean creyentes, es que odian de una manera infantil y malhadada a lo que representa su propia esencia cultural. Y no estoy hablando de tener fe ni de gente creyente ni de serlo, en absoluto: la fe es patrimonio de las personas, la religión es social, el catolicismo ha perdurado a pesar de la jerarquía eclesiástica.
Empezaron con el enfriamiento global, todo acompañado de las debidas películas de Hollywood, por supuesto, luego pasaron al calentamiento global, el fenómeno del niño, la niña, el Amazonas, los bosques, la capa de hielo, el deshielo, los osos de los anuncios, y la “Cultura” que siempre es más culto un bantú con taparrabos en cualquier selva expuesto a las inclemencias del tiempo que una persona que viva bien: parece que les disguste mucho vivir bien, pero ningún ecologista está en los montes de León viviendo “en” el medio, todos en las ciudades, pero con el uniforme ecologistamente correcto para ser reconocidos y distinguibles: nolli me tangere, soy divino de la muerte y conmigo la tierra está de suerte.
TODOS los tópicos de la progrez en los últimos treinta años no han sido derrotados en ningún foro: los han mantenido a pesar de la realidad: ahora, en Copenhague, ellos solos frente a su expansión topiquera y en su autoensalzamiento se han visto frente a sus inconsistencias y, incapaces de hacerles frente en su fuero íntimo todos saben que todo ha sido una estafa.
Da igual, y nadie espere una enmienda, una rectificación o una catarsis de nadie: ahora se reaccionará con violencia: siempre justificándola, con la debida propaganda: los mismos que pedían que el gobierno cediera con la huelga del de Juana Chaos (¿donde anda?) ponen verde a la saharaui que sí hizo huelga de hambre; los mismos del no a la guerra justifican los movimientos de guerra de la locaza de Venezuela; los mismos de “por la paz” justifican la agresión a Berlusconi y ningunean e intentan minimizar la agresión planificada a un periodista de Madrid: la paz es la ausencia de oposición al socialismo.
Es el sino de los malasombras, es el signo de la progrez, es el signo de los tiempos: ninguneo desprecio, aislamiento social, y destroza del “enemigo” a cualquier precio, siendo enemigo todo aquel que no sea tal y como yo considero que ha de ser.
No vienen tiempos buenos, la reacción ante su propio fracaso va a ser contra todos aquellos que nunca compartimos su ineficiencia cerebral; son tiempos de acorazarse y cuidarse, porque mientras encuentren una nueva murga, va a ser muy violento su comportamiento, disfrazado siempre de victimismo y sufrimiento y “es por tu bien”
son tiempos recios.