lunes, 2 de febrero de 2009

Presenciando presencias del presente

Esto es el presente, más que se empeñen en hablar de nuevas tecnologías o asociar la red a crímenes, mis relaciones fluyen por pantalla y son mejores y más fiables que en directo: lo siento por las grandes empresas: o se adaptan o morirán, como muere la prensa, la TV y los informativos como medio de adocenamiento: yo me informo de la guerra en Israel por israelitas in situ, por egipcios, por Bloggers palestinos de pañuelo y militancia, y de ahí saco mis propias conclusiones: dejen de intentar que tome partido enseñándome ya sólo una parte de la información, no soy tan tonto. Yo no soy tan tonto, hay quien prefiere eso porque les reafirma en su comodidad, y les evita pensar: allá cada cual.

Sólo hay un proceso de cambio comparable a la aparición de la red, cuando en el neolítico el hombre toma conciencia de sí mismo y comienza la urbanización del mundo y la agricultura. Después de eso, la aparición de la red es lo que ha hecho más por el avance cultural: y acabamos de empezar. El proceso de urbanización neolítico pasa por Grecia y Roma y se formaliza en los evangelios, como la alianza del hombre con la tierra: en el proceso de evolución cultural no hay nada nuevo hasta llegar la red: la imprenta no es sino un amplificador de potencia del conocimiento, costoso y manipulado: no todo el mundo puede acceder a que se publiquen sus obras; hay mucha imbricación con el sistema desde el principio, cuando cada imprenta era controlada: Jhon Kennedy Toole se suicidó porque nadie quiso publicar “La conjura de los necios” y esto no fue en el XVI.

Y llega la red. Y llega Microsoft: que consigue que cualquiera se maneje con mayor o menor destreza con un ordenador y por su propia naturaleza, por mucho elitismo que se le quisiera imprimir, dejó de serlo para universalizarse: es la manera de usar el teléfono, es la comunicación en estado puro, y el máximo representante de la libertad. Mucho querrán controlar acceso y contenidos, muchas veces se estrellarán contra la realidad.

Ahora, en el presente, lo real es que mantengo todas mis relaciones por la red, y se ha convertido en un artefacto de uso múltiple pero personal: tanto la banca como los datos públicos fluyen como almaceno cosas privadas, y hago publico lo que considero: como todos, mis lectores me juzguen: no es necesaria ninguna censura ni nihil obstat para nadie: cada cual vaya eligiendo, a quien lee, a quien escucha, a quien ve a quien sigue, cada cual decide como conforma sus sistema de relaciones con el exterior y el nivel de distancia: usando las redes sociales como escaparate o como lugar de encuentro; cada cual en la red forma el espacio conforme a su propio ser: y además tiene todas las posibilidades de ampliación posibles: quien quiere permanecer en la ignorancia o no aprender de algo, no tiene porqué hacerlo. Lo cual es una proposición tramposa; porque se va a imponer la excelencia sobre la mediocridad o por su propia naturaleza, sea lo que sea lo que intenten evitar no lo pueden conseguir.

La red es de las personas, lo cual es en sí algo pernicioso para la socialdemocracia imperante: necesitan vaciar de identidad a la gente para que sean parte de, en vez de ser por sí mismos; la red dota de identidad a quien la tiene y se trata con personas, no con grandes grupos sino con las personas una a una, y cada cual da su medida en su elección de lecturas, blogs, prensa, escritos, y en sus relaciones en redes sociales, que muchos cometen el error de trasmutar las formas de la realidad antigüa a la red, cuando la red tiene sus propias reglas: la nettiqueta; clásica y conocida….por aquellos que en su momento fuimos denostados por “enganchados a eso de Internet” la red la han constituido las personas, a pesar de las restricciones sociales de la corrección política, tibieza vulgarizante, banal y carente de significado cada vez más y con mayor claridad se identifica la persona: hay redes enteras de blogs en las cuales arrojando los escritos al aire es imposible atribuirles autoría: hasta tal punto se difumina y se impone un sistema verbal entre un grupo que asumen todos la única identidad de grupo: frente a eso, los hay que, mejores o peores, mantienen su identidad. La gente se expresa en su identidad, esencialmente: los que se expresan como acto de pertenencia a grupos, o forma social, son cada vez menos y tienden a desaparecer. La corrección política es la progrez: hablar sin decir nada pero que quede mono: válido en bailes de adolescentes; repugnante en todo lo demás; la corrección política devenida desde el postmodernismo como condición sine qua non no es una moda pasajera, ni algo lejos de ser baladí: la socialdemocracia sigue muy bien los parámetros de despersonalizar a las personas;

En parte por una necesidad expresiva de la propia mentalidad dialéctica del hegelianismo marxista, que no se aviene con el lenguaje ordinario basado en el principio identitario del ser. El mismo sistema trasmuta los términos para su adecuada expresión, y el posterior empleo de ese lenguaje inunda de ambigüedades al lenguaje con un sentido proclive a su dialectización

De tan execrable modo, imponiendo por modas y normas sociales un lenguaje, se acaba imponiendo una forma y actitud, una conducta y una asimilación de la persona al sistema: quien habla con su lenguaje, y es instado a abandonarlo por una mayor “socialización” del tipo que sea, lo que se le está invitando es a despersonalizarse: al amoldar su lenguaje a una comodidad del momento, acaba siendo un transmisor y difusor de lo que ese lenguaje en si y per se es: de ese modo se acaba difuminando en la masa todo aquel que asume sus formas, estilos y palabros; en castellano lo dijo un refrán: “el que se junta con un cojo, si al año no cojea, ranquea

La clave es el lenguaje, como centro de la cultura.

No es tanto el problema defender un dialecto, idioma o lenguaje como defender una estructura lingüística, que es al fin y al cabo lo único que se impone. El lenguaje lo hace la gente y nadie lo impone realmente; la única lengua que en España se eliminó, y no por real decreto sino por hartazgo de la gente fue el árabe.

Imponer una serie de variaciones lingüísticas normalizadas ahormadas a un esquema común es la faena primordial: si no hay diferencias, se crean, no es ese el problema. El problema es crear una estructura mental preparada para que la progrez sea una norma impresa; código implantado, y la gente crea incluso que en eso consiste su libertad.

Creada la estructura responden adecuadamente a la programación. De ese modo piensan sólo lo que les dicen que piensen y en la dirección que se les impone; y consideran además que piensan por sí mismos.

Lo políticamente correcto es creer que se puede alterar la realidad adaptándola a nuestro criterio.

Así, cursilizando el lenguaje se llega a manipular claramente. Y además es una forma de decoro que ampara una exclusión social: por el idioma se rechaza, se ningunea, se desprecia y se aísla: o eres políticamente correcto, o ni rosca. Y el lenguaje condiciona el pensamiento, en vez de ser creativo es sumiso; no es el lenguaje el que hace crecer al pensamiento y al individuo sino el arma que lo constriñe; se corta la secuencia creativa del propio lenguaje.

1 comentario:

Mary White dijo...

De esto me chivo... quedas avisado.