jueves, 28 de abril de 2011

El pez de la memoria ridícula

Son millones las series de tv en las que agencias especializadas políticamente correctas y maravillosas nos salvan de alcaida, ese constructo que lo mismo sirve para explicar una invasión que una ruptura nuclear, y en breve serán culpables de cualquier cosa: y la gente cree que existe, como los sabios reunidos en una colina en lo alto de un edificio en Manhattan que deciden el destino del mundo, los mismos que quieren sentirse superiores y graciosos desde su soberbia intelectual despreciando a los católicos.

En todas esas series se transluce que el problema del terrorismo en Usa (más o menos una vez a la semana por serie salvan al mundo de un desastre horrible) es debido a su propia esencia, que de ser un país de inmigrantes pasa a tener que controlar todo por su propia esencia sin tener la posibilidad de negar el paso a emigrantes por “la democracia” que nadie sabe lo que es ni como se usa, pero todos se sirven de ella.

La psicodelia multicultural del orgullo guai como molamos y que pijos somos que estamos por encima de todo sirvió en california en los 70, y poco, pero desde luego ahora es tan ridículo como los memos que “reivindican” el famoso mayo del 68 como si hubiera sido algo más que la tapadera para que no resonara la invasión de Praga.

Londres tiene barrios que acuñan su propia moneda; en Francia el problema más que patente y latente, es evidente y consecuente la gente se hace cruces ante tanto extranjero; en España los soplapollas de la progrez que siguen empeñados en permanecer de adolescentes con su patetismo hortera a fuer de envejecer “pero con espíritu joven” lo cual significa que serán gilipollas hasta morir, pero que pague otro.

Toda esta hez que dicen que son cultos porque han ido tres veces al cine, han leído tres crónicas “espesialisadas” de cine y repican sofismas y frases sin sentido pero llenas de adjetivos mal colocados y conocen perfectamente todo el mundo de la cultura, que trufan de series de tv por todas partes cuando no “hacen crítica de tv” en vez de asumir que son unos haraganes que no han leído un libro en su vida, en vez de darse cuenta de que el rollo guai de la muerte de “papeles para todos” sólo trae problemas siempre a todas partes, en toda la historia, tiempo y lugar, en vez de entender las series que ellos mismos ven porque el stress se los come de tanto saquear el presupuesto, se creen ser el sheriff maravilloso de alguna serie, pero por lo civil, y saben que ellos tienen la clave para que todo funcione bien, y en esa pueril ensoñación de superhéroes en calzoncillos, repugnantes en su hedionda memez siguen intentando no ver lo evidente: total, los que van a morir en peleas del tercer mundo pero en España son sus hijos, ellos creen que no.

Claro que España siempre ha acogido a cualquiera que viniera, máxime si estaba necesitado; claro que siempre ha sido mejor tratado el extraño que el propio; claro que está en la esencia de nuestra cultura

Quien al peregrino cierra la puerta, la del cielo no hallará abierta

a nadie jamás he visto yo meterse con indigentes, mendigos ni pobres en toda mi infancia: eran, siempre extremadamente respetados y quien podía les ayudaba, sin hacer alharacas ni que se notase, ni mucho menos montando organizaciones para lucrarse a cuenta de ellos como sucede ahora con las siniestras ONG; pero la invasión es siempre una invasión, y es lo que está pasando: no por voluntad de invadir, sino por la laxitud  indigente del credo de la satrapía política que se creen superhéroes y más listos que nadie “que listo es mi chico” les dijo su mamá y esa es su ideología; y los ajenos, una vez se sienten que son más prescinden de integrarse y hacen subsumir la sociedad en la bajeza: no van a comprender y asumirse a donde están: es más cómoda la indolencia y el follón que el esfuerzo: no estaban dispuestos a hacerlo en su tierra aquí se viene a medrar, y punto: frente a eso, un mínimo de respeto y consideración exigible no ha sido considerado, no a nadie, sólo a los trabajadores que hicieron de la industria y un trabajo fabril digno de imitación: ahora los albañiles, que son todos, apenas saben sujetar una plomada, no decimos ya una escalera o algo complejo; y eso se extiende a todos los niveles: me excuso en la eficacia, efectividad y lo que sea y eutanasio a cualquiera, total los demás me cubren, y mejor dar muerte que esforzarse en el trabajo: el título, a 9000 euros en el caribe, la inserción en la sociedad valenciana sale de gratis: si eres de aquí te examinan de batua.

Degradando la sociedad llegamos a ser el orgullo del tercer mundo, la popa de Europa y el ridículo de los siglos, mor de los egos de una hez infame.

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