martes, 21 de diciembre de 2010

¡Y sale en televisión!

el 18 de diciembre del 2010 (del) en un programa circa mediodía de intereconomía televisión que quiere emular una tertulia de barra de bar, un tal Fernando Díaz Villanueva empieza haciendo la gracia: que poco charme tiene José Luis Rodríguez (El Puma) al que él llama el presidente, de irse a vivir a un pueblo de patanes al que no quiere ir nadie ¿quien ha oído hablar de ese pueblo? y despectivizando al pueblo e insultando a todos sus habitantes. Obviamente, él, que es la medida de todas las cosas, sabe que donde hay que ir es a las villas del lago de Como, y cual es la charme, la elegancia, como hay que vestir, como hay que pensar y de que manera hay que vivir: es lo que tiene ser un pijo de Madrid, sabes la verdad de todas las cosas y puedes insultar a la gente: sale un cartel que pone que intereconomía no se hace responsable de las opiniones de sus oyentes, lo cual además es una burla: si ese tipo en su cadena insulta a todo un pueblo de personas que viven allí porque han tenido la desgracia de tener que aguantar al Puma, tu cadena le da el altavoz. Responsables, son.

El día previo al puente de la Inmaculada en la televisión de Losantos, la tertulia de César Vidal la dirigía otro elemento: de tan insultante, denigrante, carente de argumentos y desconocedora de todo en general, me asombró: un imbécil gafapasta de colores era algo realmente lelo: si está a mano, hubiera respondido de sus chistecitos, denigrante y ridícula: aunque no estuviera, es responsable Vidal, lo siento, no me caía mal.

Al día siguiente en el programa de intereconomía de barra de bar sale una elementa que por los cotilleos en facebook me entero que es la estrella de Losantos en alza, con bocio, y por supuesto la verdad absoluta sobre todas las cosas, mintiendo, diciendo estupideces y tonterías sobre los controladores, con una leve diferencia de edad con Mª Antonia Iglesias, con una increíble similitud en gestos, actitudes y  formas. La misma, digna émula.

Ambas cadenas se promulgan como la derecha en España.

Que lo de adorar la Bretaña, el valle del Po, la Toscana, y otras cursiladas presuntamente de gente sensible es una zafiedad propia de incultos desconocedores de lo más elemental ya lo narré: ni siquiera conocen su propia idiosincrasia, pero viven en una leyenda personal en la que ellos son los más de lo más, encuentran sus paraísos en escenas de películas imaginadas en las que ellos son los protagonistas; pueden vivir esa eterna adolescencia, pero denostar a los demás no es propio: hablen de lo que quieran, no tienen educación.

Losantos habla de la anciana Díez como si fuera alguien político, que tuviera algo que decir. Si, lo dijo: que “Zapatero es gallego, en el sentido más peyorativo del término” y claro, eso no lo oímos, total se puede insultar si eres de los nuestros, eso no pasa nada.

Ambas cadenas se nombran la representación de la derecha en España.

Los ejemplos puestos son la evidencia de cómo funciona la cosa: se da pábulo a una serie de nenas monas y nenes monos ¡salen en televisión! pero no enseñando las tetas, sino de inteletuales, que monos, que bien vestidos, uy, que buen partido: ni saben lo que dicen ni saben decirlo, pero son promocionados por esas cadenas, en base a un criterio que se pierde para mi: promocionan a sus “estrellas” de sus medios; a la vez que denuestan a las que promocionan a Belén Esteban: normal que las denuesten, quien promociona a la Esteban ha hecho lo mismo, sólo que mejor y con más arte que ellos: esa es la única diferencia.

Y ahora me informo por radios extrañas que andan por internet y paso el día oyendo música: me vale que con la información venga propaganda, pero este descojone, que lo aguanten los demás; yo no: La isla de Marta Vineyard tiene una emisora muy maja; sino tienen una colección de música se la pueden elaborar en base a los enlaces de la columna derecha, o usar spotify: si quieren información real, actual y al día, recurran al evangelio.

Siempre saldrán ganando.

3 comentarios:

Interruptor dijo...

Pues no veo intereco, me aburre mucho, así que no sé si han insultado o no.

César Vidal me cae como una patada en todas mis partes, así que tampoco lo escucho. Por las mañanas, el sonido enlatado de la radio me produce dolorcillo de cabeza, así que tampoco escucho a FJL. De esa cadena sólo escucho, así como 10 minutos semanales, a Luis Herrero. Así que no sé si han insultado o no.

Lo que sí sé es lo que dijo la imbécil Díez. Además sé que soy gallego. Aún encima, la imbécil Díez me cae aún peor que el señor Vidal. Pero también conozco el idioma común de los españoles, y conozco ciertas zarzuelas donde, por ejemplo, a una criada excesivamente estricta se la llama “tía gallega”.

Llamar gallego en ese sentido a alguien no es insultar a los gallegos, es conocer las expresiones de nuestro idioma. Y si algún gallego se siente ofendido por ello es que es imbécil de solemnidad, es que no conoce el español y es que es un cretino sin solución.

Otra cosa es que la Díez es un político terriblemente torpe, porque era de suponer que sus adversarios políticos saldrían con la imbecilidad y que los cuatro mamporreros imbéciles les harían el coro. Lo increíble es que llegase a tener tanto eco un asunto tan estúpido.

Ignacio dijo...

Yo, que se use el "Gallego" como peyorativo, ni lo he visto por ahí, ni me parece justificable bajo ningún concepto.

Interruptor dijo...

Pues mira simplemente la magistral zarzuela Agua, azucarillos y aguardiente (letra de Ramos Carrión y música de Federico Chueca) en la que en un segundo plano se dice:
Pero señora ¿por qué le pega?
Porque es muy malo.
¡Tía gallega!

Por la estupidez de la corrección política, y porque Franco era gallego, se dejó de utilizar en España y sólo pervivió en algunos países de Sudamérica la acepción peyorativa de “gallego”. Desconozco el origen de la expresión en España. En Sudamérica nació en gran medida como consecuencia de la envidia por la prosperidad y el bienestar que con su mucho y duro trabajo conseguían los emigrantes gallegos. Imagino que en España vendría de esa manía de los gallegos de responder con preguntas hasta desesperar al interlocutor, por nuestra natural desconfianza y por aquello de que “si te cruzas con un gallego en una escalera, no sabes si sube o si baja”.

Soy gallego de nacimiento y sigo viviendo en Galicia, pero esas chorradas no me ofenden lo más mínimo. Para empezar, para ofender hay que tener una categoría personal mayor que la de la persona a la que se quiere ofender. No ofende quien quiere, sino quien puede.