martes, 4 de mayo de 2010

Pararse, y reflexionar

Un juez que prueba la absoluta iniquidad e inicuidad del sistema judicial: se ha informatizado hacienda, implacable ¿cual es el interés en no informatizar el sistema judicial? obviamente es uno de los instrumentos de la satrapía, de ahí que su funcionamiento, estructura y rigor sean más propios del S. XIX que de la realidad: a la satrapía le interesa, y con sus actuaciones demuestran su absoluta falta de rigor y cordura: cualquiera de esa profesión justificará la ley de igualdad, para eso tienen poder; pero no puede argumentar nadie sobre justicia: los hombres por el hecho de serlo en España están perseguidos: de igualdad y justicia, nada.

Los indocumentados de la satrapía: partidos, sindicatos y ONG se forran y su único problema es atacar mal a sus votantes: demuestran así su desprecio absoluto a lo que llaman democracia, ya no digo a las personas. Lo del enriquecimiento de los políticos, sindicatos y ONG es merecedor de un nuevo juicio de Nüremberg.

La configuración del sistema hace que la educación sea un órgano elefantiásico inane e infame: las actuaciones publicitadas de la universidad dan vergüenza ajena: se justifican en su propio argumentario en sí mismos, el ridículo está garantizado, pero su merma cerebral por la obsesión del poder la convierten en negocio, simplemente: muerte a la inteligencia, decreta la universidad.

Seguiríamos así: la sanidad da pena, la defensa ataca, la estructura de seguridad es de risa, si, todo eso, y mucho más adornarán montando algarabía nuestras próximas andanzas en estos tiempos: guardémonos de los idus, de todos los idus: necesitan tantos errores para poder justificar su algarabía cuando todo les pone en evidencia su estulticia, así montan follón y no se ve bien el disparate.

La realidad del problema está en que se está cayendo en una nueva situación social a camino entre la reconquista y Harlem, y un sistema cuya virtud es su eterno fallo: manteniéndose en los fallos se puede justificar todo: lo que funciona hagamos por destruirlo y así dejará de hacerlo. De ese modo, si nada funciona nadie dejará de tener excusa para sus desmanes.

De ese modo el interés personal es más que justificable y lícito, porque nada ni nadie está en su sitio ni funciona bien: ni con esos parámetros lo hará jamás.

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