En Italia y Grecia les han impuesto unos gobiernos a los que ni por disimulo han teatralizado el trámite de las elecciones: asistimos en primera persona al IV Reich en la versión asociada a Napoleón III: asistimos al enésimo desastre generado en Europa por gentecilla que se cree Napoleón, incluido Napoleón. Asistimos en directo a la mayor degradación de la humanidad, en cuanto a lo que de humanidad hubiera, con el aplauso de todo el egoísmo disfrazado de buenas voluntades y palabrerías bondadosas: mientras te van asesinando se autoconvencen de que no queda más remedio y sonríen y se quedan tan orondos, el aplauso de la gleba y la chusma alborotada hace el papel de comparsa y justificación y la socialdemocracia se revela como la percepción sumaria de los delirios más obscenos del capitalismo financiero: todos a trabajar para Tyrrell Corporation; perded vuestra personalidad, creed lo que os digamos que debéis creer y actuar conforme al guión, en todo caso estáis muertos así que asumid que vuestra vida la habéis entregado al enemigo, al peor de los enemigos.
Patéticamente la gente quiere abonarse a falsas esperanzas y justificaciones de engaños autoinfligidos para no ver la verdad: abonados a la socialdemocracia la vida propia no es sino reflejo de alguna vida imaginada e inducida por los sistemas del sistema; la gente despersonalizada: ya ni la condición humana se reconocen, y el problema siempre es algo que hace otro, tu nunca has hecho nada.
Por este camino bien no vamos.
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