sábado, 26 de noviembre de 2011

La realidad tren zada

La percepción del espacio es la infancia, que va delimitada por la familia y el terreno en el que te mueves y organizas; las formas sociales que desde la percepción infantil vas asumiendo y el trato diario con un entorno; la configuración del espacio es la medida que condiciona toda la vida de las personas: no hay más tierra que la que eres capaz de recorrer en un día andando; no hay más paisajes que los cotidianos y los recursivos por próximos; no hay más formación que la diaria y cotidiana en el rango de la familia y la superestructura del pueblo, que da su pauta y adecuación: por eso los pueblos de Valencia tienen idiosincrasia, por difusión corren las innovaciones enriquecedoras como las bandas de música, por imitación entran vicios, y virtudes.

En el sistema de tu infancia estableces las medidas y las formas de comunicación; de aquí allá caminando, de aquí no se pasa, ahí no hay que ir… cosas que establecen también en gran medida el nivel de riesgos y juegos; la infancia, la patria de la humanidad.

Si oyes el pitido del tren en el pueblo es que va a llover. En La Venta han proyectado delirios más basados en comics retropunks y un constructivismo soviético que en una realidad tangible: de todo punto de vista es una animalada todo planteamiento hecho sobre la “adecuación” del trazado de las vías a su paso por Buñol; la “puesta en valor” o las excusas de “impacto sonoro” son esencialmente ridículas. Si no puedes mejorar lo que hay, no lo toques: soterrar las vías además de ser una animalada de constructivismo destrozaría toda la secuencia del acuífero; inventado un problema la necesidad fiduciaria lleva a siempre querer solucionarlo: el planteamiento de presión posterior de levantar muros de Berlín para atrincherar a la población y aumentar las enfermedades mentales en esa zona del pueblo bajo la excusa de no crear impacto sonoro y la trampa buenista de evitar accidentes generaría eso, un muro de Berlín ridículo y falaz que sirve a intereses: lo que no sabemos es a cuales. Planteamientos de presión, para acabar acogiéndose a cualquier animalada como mal menor porque “Es que no nos quedó más remedio” como excusa para salirse con la suya es un truco ya tan manido que aburre.

Independientemente de las bajezas de la condición humana, no se trata de Buñol, ni del tren, ni de la trama ferroviaria: tratamos dos aspectos cruciales para la humanidad: la comunicación, y la percepción del espacio.

Si el ir a Valencia exigía una hora con tren, hace cuarenta años, ahora exige dos: la modernización no lo ha sido en una concepción de mejorar la vida de los habitantes, sino en un delirio soviético de constructivismo, organización y control de la población y las comunicaciones que ha generado confusión; la peor situación, porque no se concibe la capacidad de comunicación de Buñol (por ende de toda la línea) y sus habitantes hacia nudos de comunicaciones, se ha concebido un sistema radial centrípeto en el cual se diluye como un magma la presencia de los pueblos y se les ignora: se les trata como ciudades dormitorio, barrios bajos, y así sobre el plano queda muy correcto cualquier trazado, cuanto más espacio abarque mas satisface a algún ego, pero es falaz, y favorece el alejamiento, que no la comunicación.

Y yo soy de Buñol, no un barriobajero ni un poligonero ni una mierda. Tengo personalidad, soy de pueblo.

Los delirios de grandeza ahormados siempre al poder y desarrollados bajo su amparo han producido la deplorable situación que padecemos: se disuelven principios de identidad porque en vez de adecuarse a la realidad que se debe gestionar e organizar, se organiza y gestiona en base a un criterio predefinido al cual debemos adecuar la realidad: de ese modo la organización espacial va basada en un planeamiento que nada tiene que ver con la historia, la cultura, el desarrollo, la evolución real o las personas: tiene que ver con asimilaciones a grandes proyectos de otros países en otros momentos, por imitación se va diluyendo la identidad.

De lo que se trata es de que cada pueblo ha de ser mejor respecto a sí mismo y por sí mismo, y establecerse en su comunicación y espacio; diluir el espacio como suburbios de una ciudad imaginada, acaba generando suburbios barriobajeros pero no la gran ciudad soñada, sino una trama diluida con la gente perdiendo su identidad ahogados en la ignorancia de ni siquiera poder saber donde viven ni quienes son; se trata de que los parámetros de la codicia o la sublimación de oleadas de propaganda no deben prevalecer sobre la estructura original a preservar, que es que cada pueblo ha de tener su identidad por sí mismo, y cada cual, la suya; y a partir de ahí establecer los sistemas de comunicación, que no al revés, adecuar los sitios a lo que en cada momento parezca más a modo, lo cual aparte de ser una horterada es irremisiblemente la muerte por pérdida de identidad.

España es por los pueblos; el querer planificar como en Los Ángeles o Paris sólo da la medida de lo catetos que son los políticos; tienen el poder pero no podrán evitar que yo provenga de una historia y mi cultura, y haga lo imposible por transmitirla y preservarla, a pesar de ellos, a pesar de mi mismo en muchos casos, y no me asumiré a una forma industrial perversa y degradada de vivir ni mucho menos de asumir la vida: no prevalecerán.

1 comentario:

Carmen dijo...

Una tarde cualquiera, a por la merienda y a la jugar a las vías haciendo equilibrios hasta casi el Roquillo. Se oye el Ferrobús, corriendo nos apartamos, y volvemos, saltando traviesas hasta la Plaza la Venta.
Superlativo