Con una tiza, un niño mientras anda traza una vida en una pared en cualquier sitio: entender esto exige el placer: el placer es descubrir con dieciséis años Paradiso y que desde entonces va conmigo, con la saga fuga y la memoria perenne de como hay que llenar un vaso de agua, y el cantar del Mio Cid en la memoria.
Y eso es la vida, nada más.
Y la historia jamás recordará a ninguno de estos miserables, mientras siempre habrá un niño que con una tiza al pasar raye una pared y Carpentier irá a Benicasim consagrando la primavera y siempre será Lezama Lima y Carpentier y esos miserables son para siempre la hez de la humanidad, porque jamás sabrán coger una tiza y poner una raya en una pared.
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