Antinoo se arrojó desde la barca al Nilo. Sin más contemplación, epifánicamente, tuvo la certeza de que el amor estaba apartando al emperador de su obligación: Antinoo se echó al Nilo, era un patriota, y se sacrificó porque sabía que, si no lo hacía, Adriano no daría todo su potencial por la patria.
Adriano era Híspalis, Trajano de Itálica.
No eran españoles, eran Romanos, y eran patriotas, trabajadores y esforzados, y la patria por encima de sus propios intereses: mi historia no empieza con la historia de España, pero tampoco se disuelve en un magma cientifista buscando el eslabón perdido en el cual se busca cualquier relativismo: Yo soy Español porque Adriano y Trajano eran Romanos y los íberos decidieron aculturarse no por imposición sino por comodidad; Yo soy Español porque mientras Solón regulaba los prostíbulos en Atenas en un magma de juergas subvencionadas, en Esparta la comida era comunal, y no había furcias: aguantaron el tirón de los cantos de sirena del dinero de los templos de Babilonia, y por eso estaban listos para zumbarle a los persas en su momento: Marathon, Thermópilas, son pruebas del rigor de la historia: no fué casual, en su concepción de la vida: todos en Esparta se daban al bien común por encima de sí mismos: los vivos y los muertos eran respetados, y en eso fundamentaron su conciencia a la hora de la muerte.
En ese rango de evolución, en Santa María La Real fundados en su conciencia nacieron España: nada justificaba que otros saquearan y degradaran lo que el esfuerzo de hombres, tiempo, y cultura había conseguido: en Nájera nació España; casi al lado, en San Millán de la Cogorza nació el castellano “oficialmente” y no por lo civil, en un monasterio, por lo sagrado, y de éste modo tan simple y normal, nació mi idioma, se asentó España y mi cultura, y se avanzó hasta más allá de lo inesperado: total, en mil años y medio litro de café, eso, lo hace cualquiera: pero no. También hubo un pequeño detalle que todo el mundo obvia: el referente y repositorio general de la cultura era el catolicismo, que no se fundamenta en Tierra Santa ni en ningún otro lugar: si el catolicismo ha sido y es, es por España, y sin España no hay fundamento ni para la iglesia católica, ni para el catolicismo ni para que el rigor moral de nuestra cultura impidiera el esclavismo, y fundamentara el odio de los países esclavistas a nosotros hasta hoy; Europa tan aclamada y magnificada como estúpida, no es eso que dicen, que Europa fundamenta su columna vertebral piedra a piedra en el Camino de Santiago, por las vías romanas a Santiago, en España, y eso y no otra cosa es lo que estructura como corpus físico Europa: lo demás, bajitos que se creen Napoleón, y Reichs que quieren imponer por dinero o por las armas: constructos sin fundamento ni más fin que guerras, dolor y hambre.
Ahora, hoy, un imbécil ensoberbecido presidente de un gobierno de un Borbón inútil e ilegítimo, ha hundido todo el caudal de riqueza de España, metiéndonos a todos en una deuda impagable para llenar de dinero bolsillos de ágrafos, ineptos y chusma que tan sólo se caracterizan por ser siempre de la mayoría, sobre todo si esa mayoría reparte dinero: y se ponen corbata y se consideran respetables: pero se han fundido el dinero de los españoles, vendiendo el control de nuestra riqueza a Chinos, Alemanes, Franceses, Qatarís que te vi y lo que no sabemos y nos puede espeluznar: como todo buen tonto, se quedan tan orondos encantados de conocerse a sí mismos y han obtenido, uno a uno y en cuadrilla, la progrez, el título que les ha de consagrar: son la primera generación en la historia que deja menos herencia de la recibida. A nuestra vergüenza, a nuestra costa, y aquí no pasa nada: todo son movimientos de despiste para justificar la socialdemocracia sajona y denigrantemente despectiva a las personas y adoradora de las corporaciones, han entregado España a la plutocracia y aún cuentan que ellos son los buenos: como buen imbécil, después de pensar un poco creen que sólo han pensado ellos, y establecen dogmas de fe de sus memeces y catecismos de sus tonterías de frase de sobrecillo de azúcar. Establecen como dogma una paranoia compartida y le llaman política, y se fundamentan en su misma mismidad para autojustificarse y seguir robando: yo no soy de esos, y todos los padecemos y sufrimos: los más tontos les aplauden y jalean, pero España no se ha caracterizado por ser un país de tontos mandados por satrapías inanes. En este momento de la historia, hoy, ahora, conviene saber quienes somos, y no lo que quieren que seamos para medrar, de donde venimos y menos memeces inventadas, y sólo desde ahí estableceremos el futuro, más allá de chistes fáciles, presuntos cientifismos y superhéroes en calzoncillos de sí mismos dándose autobombo en un mundo que jamás entenderán, porque quien desconoce su lengüaje su cultura y su historia no sabe ni su propio nombre.
2 comentarios:
Buenos días Ignacio.¡Brillante y con mucho jugo!.
Un abrazo de otro español.
cuenta conmigo, Ignacio
n a c o
cochescoba
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