Anda mucha gente muy soliviantada porque necesitan definir a Franco y esa época con los adjetivos precisos que son los que precisamente ellos deciden que han de ser los más horribles y los más espantosos posible: de manera tal que se asocie inexorablemente, y cualquier cuestionamiento sobre la verdad oficial sea pues sistemáticamente denostada de “facha” y así se mantenga la versión oficial establecida, porque huir de la verdad es la clave, para poder tener a la gente engañada con el paraíso futuro del socialismo a plazo fijo con intereses en el gulag y realidades de holodomor y amargura.
Mientras tanto, a éste lado de la galaxia seguimos cuestionándonos como lo hacemos en “¿Quien va? El Santo Oficio” dónde están las memorias de Niceto Alcalá Zamora, porqué se las esconde, a cuantas expurgaciones están siendo sometidas y quien es la gentuza infame que lo está haciendo en nombre del socialismo.
Porque al final le llamarán como quieran pero desconocen absolutamente el camino al conocimiento, la sabiduría y la verdad, y lo enmascaran en una hez de declaraciones confusas en la cual ellos son los elfos que van a salvar la tierra media, y se lo creen cuando no son sino la hez de los orcos de Sauron haciendo males sin fin, y nada más, se enmascaren como quieran ante sí mismos, carentes de toda conciencia: y a más de acuerdo, mejor: más orcos de Mordor.
6 comentarios:
Hola, Ignacio:
¿Cómo estás?
Llevo tiempo queriendo saludarte por estas ventanas que se abren a tu galaxia y algo tan sencillo y simple me ha costado una eternidad: todo esto de blogs y webs se me hace muy raro; la dificultad técnica, aún con torpeza, se puede salvar, en cambio ha habido que superar grandes escollos del alma y del orgullo que parecían insalvables para poder hacerlo. Saludar es fácil, se hace por cortesía y para entablar relación con otro pero cómo saludas a aquel con quien mantuviste relación, fervorosa contienda para ser mas exactos, hará casi ya un milenio?
Me dirijo al Ignacio autor de “Este lado de la galaxia”, un poco cano y cascarrabias, puntual, comprensivo y generoso, que sabe de heridas de guerra y de purgas, de la contrición y la redención del hombre…y mucho latín, y al joven Ignacio de pelo azul, altanero, alocado, inexperto y bien guapo. A los dos, gracias.
Me gusta leer tu blog.
Un abrazo,
Isa Garmendia
P.D.: Confío en que los comentarios pasen por tus manos antes de publicarse, este solo tiene la intención de llegar a ti. Si quieres escribirme mi dirección es isgarmen@aaa.upv.es , allí me tienes sana y salva.
Pues me alegro mucho y todo eso, pero es que yo nunca he tenido el pelo azul.
Es cierto, lo tenías negro pero a la luz de Valencia se veía azul: azul de Prusia.
Es cierto, lo tenías negro pero a la luz de Valencia se veía azul: azul de Prusia.
¡Brillante, Ignacio!
Un abrazo.
Gracias
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