Los hombres vuelven de trabajar, beben vino y fuman, en silencio; todo lo que había que hablar se ha hecho en el tajo. ahora, acaba el día. Las mujeres han hecho su faena, y no salen de su casa de cualquier manera: eso, jamás. Ni son indiscretas; hablan de todo y todo lo cuentan; pero jamás son referenciales explícitos: cuentan sus cosas en resumen. Sin detalles: se entienden.
Y la vida, va.
Y una cuenta su viaje, otra escucha doliéndose de tu intimidad, otra gozándola: son mujeres, en un patio, hablando.
Son la naturaleza de la cultura.
Son el amor, son la relación social, son verduleras a gritos y diosas excelsas que su marido sabe, son; simplemente son.
Son, y eso nos hace hombres.
El mundo del espectáculo ha subsumido esa realidad en un marasmo horrible: al fondo, alguien cuenta algo a los suyos: los que viven cerca. No somos un mundo del espectáculo, sino de la vida, y la vida la vivimos, sufrimos y contamos: por eso se canta: En España no es espectáculo, aunque todos queremos ser Lou Reed en un escenario, lo que nos conforma y configura es decirle al vecino”hola” y nada más, no somos del espectáculo: por eso somos espectaculares.
Somos, porque fuimos y seremos, gente de pueblo que canta sus cosas y de ahí hace un bien, somos, porque nos cantaron, y debemos cantar; somos por Españoles, fuera de impudicias impropias. Somos. Y hay que dar gracias a Dios.
2 comentarios:
Muy buen artículo, muy buen video.
Gracias maestro.
Por eso aquí no hubo las ñoneces de corte del Amadís de Gaula, y no es causalidad que en el sólo en la zona más protegida cayeramos en esas basurillas con Tirant Lo Blanc.
Aquí había realidad, una simple crónica del Cid, no un campeón empenachado y fingido.
Y no había una aldea gala también falsa para compensar que César ocupó TODA la Galia en unos pocos meses -como Hitler unos siglos después.
No aquí había una ciudad real, invencible, Numancia, y la crónica de su heroismo fue eso, simple crónica, atestado policial escrito en latín por unos soldados romanos que lloraban cuando al fin entraron en la ciudad.
Pero eso fue cuando éramos.Me pregunto si queda algo.Y la respuesta es que sí, y está en Nadal y Gasol y la selección de fútbol, donde por fin Flandes ha quedado como lo que siempre fue:tierra de ladrones y especuladores sin alma.
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