viernes, 4 de junio de 2010

Talar un árbol

Con hachas es más gráfico y con más prognosis visual, pero es más eficaz hacerlo con una sierra eléctrica. Una vez el árbol caído, se trocea para hacer leña de él; en la tierra suele quedar sobresaliente un trozo del tronco: eso se llama Tocón.

Lo normal al haber cortado un árbol es que se reutilice la tierra, bien por un cultivo mejor, bien por el agotamiento del árbol caído. Para poder aprovechar la tierra, hay que retirar el tocón: tarea más que onerosa, pues se queda el trozo sobresaliente arraigado en el suelo, y no es fácil: hay que cavar a su alrededor un círculo amplio y bastante profundo para o bien cortar o sacar al aire las raíces. Este círculo se llama la soca.

Son términos agrarios procedentes del latín en línea directa que yo he utilizado en mi pueblo: ahora se quieren inventar un pasado onírico cursi y malo, carente de toda referencia.

Tocón es una palabra que también se utiliza para despectivizar a quien es torpe o poco cuidadoso en sus actos, para los carentes de pericia; Soca también se utiliza para los petimetres engolados y absolutamente vacíos de contenidos y personalidad pero muy ufanos de sí mismos.

No hay que confundir un tocón con un zanguango: el zanguango es un perezoso, indolente, torpe, habitualmente enfermo para no tener que hacer nada; y un zangolotino es alguien anclado en la niñez, pese a la edad, solterón recalcitrante y/o gente que obra por impulsos y sin mayor criterio.

Con este lengüaje traduje yo mi infancia hacia la edad, con esas palabras y esa riqueza me crié, y ahora me muero de risa con la absoluta carencia de criterio y mínimo rigor de ningún tipo en las reivindicaciones localistas ruidosas pero inanes que veo: quizá sea mejor volver a las raíces que inventarlas.

de soca se deriva otra palabra al castellano: zoquete.

En un país de zoquetes, con zoquetes, socas, zanguangos, zangolotinos y patanes en el gobierno, la oposición, y en los más altos cargos de la administración, cualquier estupidez adquiere rango de norma de corrección política: todo sirve menos el trabajo y el esfuerzo, el reconocimiento de las propias limitaciones y el valor de cada uno por sí mismo y en los demás: todo vale, desde que nos reconocemos como héroes de nosotros mismos: eso es la riqueza que pierde España.

Y bueno: algunos hemos pasado mucho de las miserias cotidianas para enfrascarnos en el conocimiento y el estudio, y otros han medrado: ahora se quieren valencianos con un idioma que han decidido que es el propio ¡de Buñol! el batua ese que ha hecho el gobierno taifal desde la tv local, y se encuentran revolucionarios, utópicos y enfrentados al poder: es lo peor que podía pasar, han conseguido que la gente sea esclava de  la peor calaña, porque quedan encantados de serlo.

Muy poca gente puede decirme algo de mi idioma, muy pocos pueden dar lecciones y muy pocos están en condiciones de enmendarme la plana: y no es porque yo sea excelente, que lo soy, sino porque lo que me enfrentan es un páramo de ignorancia, un páramo de indolencia, un páramo de sociedad, un páramo de inteligencia y un vacío total de contenidos.

España se ha transformado en un páramo cerebral.

2 comentarios:

Conrad López dijo...

Amen.

De profundis ...

Amparo dijo...

Eseñanos a que no nos guste pecar. Pero con amor.