miércoles, 16 de junio de 2010

Nuper non sine animae amaritudine

Breve de Paulo IV que tiene en su poder el inquisidor general Valdés.

El 8 de abril recibía el breve cerrado y sellado el inquisidor general y lo aceptaba formalmente.

El 6 de mayo de 1559 iniciaba su tarea el fiscal del consejo de la inquisición, licenciado Camino. Acto seguido presenta acusación formal contra Carranza diciendo que estaba “notado, indiciado y testificado en los libros y registros del Santo oficio de la Inquisición de haber tenido escrito y afirmado muchos errores de la reprobada secta de Lutero y muchas proposiciones heréticas, malsonantes erróneas y escandalosas…y cualificados en el libro que escribió que le intitulo Catecismo de doctrina cristiana…

El papa otorga a Valdés amplias facultades durante dos años para investigar y procesar a toda clase de obispos, arzobispos, patriarcas y primados, y concede licencia para que sean detenidos si hay riesgo de fuga o indicios suficientes para legitimar la prisión. Se pone expresa condición de remitir a Roma a los inculpados con todos los capítulos de culpa y expedientes procesales.

sea sin dilación alguna preso y puesto en secreta y segura cárcel, y que sus bienes y frutos del dicho arzobispo y dignidad de Toledo sean secrestados

El arzobispo Valdés hizo aceptación de la denuncia, prometiendo que comunicaría el asunto con los miembros del consejo, y pidió al fiscal que presentase sus informaciones.

Acto seguido el licenciado Camino presentaba una petición y memorial en el que para comprobación de su acusación citaba larga serie de escritos y personas relacionados con la causa. En primer lugar figuraba el catecismo con las censuras correspondientes de Melchor Cano, Domingo de Soto y Pedro de Ibarra (no aparece Fray Juan de la Peña; además presentaba entre los escritos los artículos de la fe (de Rojas) Un comentario sobre el modo de oír Misa, sermones, comentario de los salmos Quam dilecta, Super flumina, De Profundis, una obra de amor dei erga nos (del Beato Ávila) con las calificaciones del maestro Carlos y de Cano.

Los delatores son en total 34. Se añaden una serie de documentos: las cartas de Juan Sánchez a Doña Catalina de Ortega, Cartas de Carranza al Doctor Cazalla y al licenciado Herrera, un sumario de los sermones que hizo en Valladolid el verano anterior y una carta de Castro, obispo de Cuenca, a Valdés.

Valdés comenzó a actuar, pero sin prisa. Esto ocurría el 13 de mayo. Oficialmente, ahí empieza todo.

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