Las investigaciones en los censos de los soviets y de los koljós me permiten establecer con rotundidad el nacimiento de la camarada Seminova en el koljós “Noches del ártico” en los albores revolucionarios, cuando Lenin aún presidía el Politburó. El koljós se sitúa en una extensión adecuada para la producción de cereales, que le fueron incautados a un Mujik protofascista que lamentablemente murió cuando iba a contar todas sus relaciones con el enemigo, voluntariamente, tras ser amablemente aprehendido por los miembros del NKVD y conminado vehementemente a hacer una delación obligatoria. Parece ser que el exceso de electricidad ambiental producto del cambio climático le produjo un accidental paro cardíaco, del cual no pudo recuperarse por el exceso de sangre vertida en las heridas que casualmente se había autoinfligido en el transcurso del amable interrogatorio: aunque esa delación no se llevara a cabo, la revolución continuó imparable.
La camarada Seminova, de nacimiento Saduria, nació pues en el koljós “Noches del ártico” donde siempre cumple con sus obligaciones koljosianas cuando no está de misión revolucionaria.
Dada la confusión que generaron los fascistas y zaristas con la alegre entrada de la revolución, puedo determinar con exactitud que la camarada nació en el koljós, pero no puedo delimitar exactamente si es la que asistió a la toma del palacio de invierno, su hija, su nieta, o su bisnieta. Existe la intuición revolucionaria de que haya perpetuado el nombre por generaciones por el bien de la causa y para despistar al enemigo fascista; aunque también puede ser un rumor insertado por el enemigo capitalista ponzoñoso, del mismo modo que hacemos nosotros entre ellos.
A la espera de la debida autorización para poder hablar con ella, y aclarar esos puntos, sí debo constatar que el koljós es un ejemplo de eficiencia y fervor revolucionario: aunque los cereales sean más bien escasos, las camaradas del koljós siempre atienden con alegría revolucionaria y actitud positiva las visitas frecuentes que hacen los miembros del politburó para constatar los avances revolucionarios; aunque lo hacen siempre tras agotadoras reuniones, desfiles, y largos días de trabajo; las camaradas atienden a tan insignes revolucionarios y en su esfuerzo y ahorro constante de sus cartillas de racionamiento, siempre tienen dispuesta la necesaria Vodkaína para el adecuado tratamiento y relajación de tan insignes prohombres, y dan informes: uno a uno, una a una (a veces dos, pero sólo lo cierran al resto cuando va el camarada Uguin) hasta el amanecer, inasequibles al desaliento, siendo evidente la satisfacción y revolucionaria alegría con la cual retornan a sus actividades revolucionarias los altos miembros del politburó.
Si puedo casi asegurar con certeza científica que la viuda del comandante Seminoff es hija de la camarada Olenka Saduria, que tuvo dificultades en el parto prematuro (a los dos meses) pero que se salvaron gracias al talante y la bonhomía de nuestra guía y luz, faro de la revolución, con el que mantenía habituales reuniones de control y reeducación, siempre atento a las necesidades de las bases del proletariado: fue el camarada Iosif en persona el que, con su clarividencia, adivinó la proximidad del parto en cuanto le fue comunicado el estado de embarazo revolucionario de Olenka: su gran inteligencia de gran timonel, le hizo ver que aquello era un parto revolucionario y avanzado: y actuó en consecuencia; envió a los mejores médicos del policlínico número 9 de Moscú sabiendo él que el parto se iba a adelantar: Demostrando, una vez más que como socialistas somos la raza superior y por tanto debemos imponernos.
Pese a los cuidados y esfuerzos y medicamentos de tan insigne equipo revolucionario, la hija de Olenka sobrevivió contra todo pronostico e intención de los médicos, y dando muestra una vez mas de su humildad revolucionaria y grandeza socialista, el camarada Stalin le dio nombre a la niña: en un alarde de feminismo avanzado Iosif le conminó a que mantuviera el apellido de la madre (los revolucionarios de verdad siempre van a la vanguardia de la sociedad) y el Camarada Stalin le dio el nombre, en homenaje a su recientemente fallecido compañero Fagioff: Vagina, y tuvo todo el calor de un padre: el teniente Sadurovich del NKVD ejerció exclusivamente esa misión con la niña desde el momento de su supervivencia a los actos de los ginecólogos.
El gran guía y timonel, con su humildad y sabiduría abrió los cauces al feminismo revolucionario: la luz y faro de Occidente, el guía en la tormenta, el gran Stalin, aun siendo un humilde miembro del politburó a las órdenes de Lenin ya dio muestra de su gran humanidad revolucionaria.
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