Sentados, el amigo de G. planteaba como modelo a seguir para la eficiencia energética el uso de la vela en los veleros de la copa América: no hay máxima eficiencia ni máximo aprovechamiento que en el juego de tensiones que hace a un barco navegar: es un planteamiento seductor, pero nada hay nuevo bajo el sol.
Dhavar me plantea que el problema real es que se ha abandonado la vida de personas por una ciudadanización perversa corrupta y que degrada a las personas: le es más comprensible y humano ser de pueblo. Yo soy de pueblo. Para el una clave de la degradación está en haber abandonado la arquitectura de la piedra y la luz: el manejo de la sombra, va implícito.
Y tiene razón. Ambos tienen razón.
La Alhambra de Granada no es sino una casa romana, un poco excedida en su tamaño; las casas se conforman conforme al rigor de la familia y a sus necesidades, evolucionando en la estructura del pueblo, para ser a más porque las familias han ido prosperando, hasta que llegó la repugnante socialdemocracia, intentando unificar uniformizando a la gente: hasta en la vida intima. Han conseguido configurar la primera generación en la historia de la humanidad que deja menos herencia que la recibida: pero ellos tienen razón: efecto Dunning.
Las casas lo son porque son de las familias: no la hacen las paredes; el abandonar la estructura de pueblos de España es negar nuestro pasado, con campanarios y toques, para una presunta evolución cientifista hacia la nada: la insatisfacción es una de las cosas que mejor se ven en la sociedad. Y mientras no se vea que una sensación de origen lleva a la gente a los pueblos (que no urbanizaciones, estructuras perversas) esto no tendrá fin: la degradación es la ley: se niega a la familia, y así justificamos la perversa manipulación de la realidad.
Así justificamos la ridícula política energética y su dilapidar incesante, justificamos la negación de la cultura quitando crucifijos, justificamos cualquier crimen siempre que sea en nombre de la progrez, y degradamos a las personas en su ser y su bondad.
Hay que volver a los orígenes: teniendo principios, vendrán las soluciones.
Y esto siempre se habla mejor sentados en el callejón.
5 comentarios:
¡Qué cruz!
¡ni te imaginas el disgusto!
Ignacio, estoy contigo aunque creo que ni la vida del eremita es buena por definición, ni el ritmo cosmopolita es intrínsecamente perverso.
Contrariamente a las teorías de la despersonalización, como decía un amigo ya mayor y muy sabio con el que coincidí este domingo pasado: "el hombre debería ser el Eje del Sistema".
Aunque el hábitat condiciona bastante, estoy bastante convencido de que el hecho de que cada uno llegue a vivir su vida y no la del vecino, depende de la formación de su conciencia y del recto ejercicio de su voluntad, más que de la altura del edificio.
Un saludo.
Pues eso
Los pueblos se vaciaron.La agricultura no permitía vivir.Ahora hay pueblos reconstruibles, y quizá su sustento sea la energía.Yo ya sé de unos que lo han hecho, en plan comuna autosuficiente.Para los lujos, cultivan flores y las venden fuera.
Otro:Recientemente, mi compañía ha gestionado la electrificación, mediante energía fotovoltaica, de 500 pueblos en República Dominicana:La Plaza, La escuela, El Centro Médico y La Sala Comunal.
Pueblos y energía, islas independientes pero conectadas con países lejanos es quizá algo que será más cercano a la necesidad que otra cosa.Piedra, Sol e Internet no parecen mala mezcla.
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