Derogando el rigor del invierno, ayer entró la cuaresma: un tiempo de reflexión para los católicos en el cual lo propio es desposeerse de toda afectación y maldad. Un tiempo de purificación previo a la pascua en que vendrá la resurrección; un tiempo en el que el cuerpo agotado por el rigor del invierno ya da las señales de parar a serenar la vida y desposeerse de elementos innecesarios, aligerar la mochila para poder seguir el camino: un tiempo en el cual el que no se constipa se engripa, o tiene debilidad o necesita vitaminas, un tiempo que está acorde con la naturaleza y la condición del hombre que necesita despojarse de lo superfluo, minimizar los esfuerzos y prepararse para renacer en la pascua.
Lo cual, si lo digo en progre o vegetariano, seguro que me dan un premio al medio ambiente o algo así, pero como es la naturaleza de nuestra cultura, y la sabiduría del evangelio es asombrosa, pues lo de siempre; cosas de fachas.
Como el que habla de parte de los obispos está más preocupado por las elecciones que por los tiempos litúrgicos, antes de que Pepiño os diga que es lo que debeis hacer, a vosotros, y al Papa, o Bono os recomiende unos ejercicios espirituales por lo civil, os suelto el “sermón de la galaxia” para que sepáis a qué ateneros.
No es casual el orden del tiempo litúrgico: está de acuerdo con la naturaleza y el hombre, con la condición humana y su imbricación con la tierra; el evangelio es muy sabio, aunque quizá hay que saber leer para entenderlo; mejor denostarlo y así nos ahorramos pensar. Eso deben pensar Pepiño, Bono y el que habla en nombre de la conferencia episcopal: aconsejando si votar socialista o votar socialdemócrata, hay que joderse.
Es cuaresma (y no los cuaresma principales) y hay que ser conscientes de lo que portamos, lo superfluo, lo que estorba y lo que hay que quitarse; es cuaresma, y hay que asumir que la cruz hay que llevarla hasta el calvario y cada cual lleva su cruz, y ha de ser consciente de ella; es cuaresma, y es el tiempo en que los hombres velan sus armas, sabiendo que llevan su cruz al calvario. Y cada uno la suya, con su propio peso.
Son 40 días. Los que pasó Jesucristo en el desierto, los años que pasaron los judíos vagando por el desierto, los días de Moisés y Elías en la montaña; 400 años de los judíos bajo los egipcios.
Empezó la cuaresma, y llega la pascua, la luz en Valencia es impresionante, y el hombre debe renovarse, para llevar su cruz hasta el calvario, aligerar de pecados, minimizar las memeces, y guardar lo importante; limpiar y amorigerar el espíritu y quedarse lo esencial, saber quien eres y que no eres nadie, y nada importa; y saber que seguimos aquí como podríamos no estar, con la cruz, hasta que un día la aligeremos conforme se entra por la plaza la Quintana, para presentar credenciales y jurar bandera, Nunc dimmittis, y hasta aquí llegó la riada.
Mientras tanto, aguantaremos este tiempo de confusión en el que los “príncipes” de la iglesia católica nos animan a elegir entre socialistas y socialdemócratas, sabiendo que lo importante existió y existirá, que los hombres pasan pero los principios permanecen, que se quiere a quien se quiere y eso es para siempre, y que por eso soy soltero, que la condición humana es eso, y que más tengo que ser perdonado que perdonar, y que realmente conociéndome (y solo yo sé quien soy y lo que he hecho) soy la persona menos indicada para hablar de la liturgia, del evangelio, o del catolicismo, máxime estando fuera de esa empresa. Y así de simple. Es la cuaresma, ahora va a amanecer: adecuadamente, un cigarro, y un café.
Lo cual, si lo digo en progre o vegetariano, seguro que me dan un premio al medio ambiente o algo así, pero como es la naturaleza de nuestra cultura, y la sabiduría del evangelio es asombrosa, pues lo de siempre; cosas de fachas.
Como el que habla de parte de los obispos está más preocupado por las elecciones que por los tiempos litúrgicos, antes de que Pepiño os diga que es lo que debeis hacer, a vosotros, y al Papa, o Bono os recomiende unos ejercicios espirituales por lo civil, os suelto el “sermón de la galaxia” para que sepáis a qué ateneros.
No es casual el orden del tiempo litúrgico: está de acuerdo con la naturaleza y el hombre, con la condición humana y su imbricación con la tierra; el evangelio es muy sabio, aunque quizá hay que saber leer para entenderlo; mejor denostarlo y así nos ahorramos pensar. Eso deben pensar Pepiño, Bono y el que habla en nombre de la conferencia episcopal: aconsejando si votar socialista o votar socialdemócrata, hay que joderse.
Es cuaresma (y no los cuaresma principales) y hay que ser conscientes de lo que portamos, lo superfluo, lo que estorba y lo que hay que quitarse; es cuaresma, y hay que asumir que la cruz hay que llevarla hasta el calvario y cada cual lleva su cruz, y ha de ser consciente de ella; es cuaresma, y es el tiempo en que los hombres velan sus armas, sabiendo que llevan su cruz al calvario. Y cada uno la suya, con su propio peso.
Son 40 días. Los que pasó Jesucristo en el desierto, los años que pasaron los judíos vagando por el desierto, los días de Moisés y Elías en la montaña; 400 años de los judíos bajo los egipcios.
Empezó la cuaresma, y llega la pascua, la luz en Valencia es impresionante, y el hombre debe renovarse, para llevar su cruz hasta el calvario, aligerar de pecados, minimizar las memeces, y guardar lo importante; limpiar y amorigerar el espíritu y quedarse lo esencial, saber quien eres y que no eres nadie, y nada importa; y saber que seguimos aquí como podríamos no estar, con la cruz, hasta que un día la aligeremos conforme se entra por la plaza la Quintana, para presentar credenciales y jurar bandera, Nunc dimmittis, y hasta aquí llegó la riada.
Mientras tanto, aguantaremos este tiempo de confusión en el que los “príncipes” de la iglesia católica nos animan a elegir entre socialistas y socialdemócratas, sabiendo que lo importante existió y existirá, que los hombres pasan pero los principios permanecen, que se quiere a quien se quiere y eso es para siempre, y que por eso soy soltero, que la condición humana es eso, y que más tengo que ser perdonado que perdonar, y que realmente conociéndome (y solo yo sé quien soy y lo que he hecho) soy la persona menos indicada para hablar de la liturgia, del evangelio, o del catolicismo, máxime estando fuera de esa empresa. Y así de simple. Es la cuaresma, ahora va a amanecer: adecuadamente, un cigarro, y un café.
6 comentarios:
A mí me pasa algo parecido, eso que la Fallaci llama ser ateo cristiano.O, como dice Borges, "yo, al revés que muchos católicos argentinos, no creo pero me interesa".
Gran sermón.
"April is the cruelest month,
breading lilacs out of the death land,
mixing memory and desire,
stirring dull roots with spring rain."
TS Eliot.
Monseñor Pepiño
He disfrutado mucho con su sermón de la galaxia. Su argumentario cada vez toma más fuerza. Amén si se puede cambiar por puro y cortado.
Si el café lleva puro, obligatoriamente al menos ha de caer media botella de coñac.
"Roguemos también por el pérfido Ignacio..."
El Embajador sabe como sigue :)
No creo ser pérfido.
Y no creo que éste post le haya gustado nada al Embajador, si lo ha leído.
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