Blogging Matinal
El presente es para el cristiano, por definición, perfectible. Desde un punto de vista religioso, en el futuro encuentra la promesa de una Jerusalén celestial y desde un punto de vista político, no hay cristiano que no piense que los políticos dejan mucho que desear. Jesús no fue un legislador, sino un maestro. Tanto es así que los lectores musulmanes y judíos de los evangelios siempre se han sorprendido de los poquísimos preceptos que hay en ellos. El reino de Jesús no es de este mundo, sino del César, y hay que dejar en manos del César lo que le pertenece al César. Para Pablo el cristiano no es ciudadano, propiamente hablando, de ningún régimen político terrestre porque su auténtica patria está en el cielo. Por lo tanto, se puede ser cristiano en regímenes políticos muy diferentes. Esto es lo que no ocurre ni con el Islam ni con el judaísmo. Para estas dos religiones la ley es la expresión más clara de la fe. Creer, es para un musulmán o un judío, obedecer la ley no porque sea buena, sino porque es un mandato divino que supera toda racionalidad. La prohibición del vino, para un musulmán, no se debe a que el vino sea malo, pues de hecho el paraíso es una orgía de alcohol y sexo, sino a la voluntad de Dios, que es inescrutable.
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